- Sarah Campbell
- Corresponsal de la realeza
Es el amor de la vida de Carlos, su confidente desde que eran jóvenes y su esposa desde hace 18 años. Y, desde que Carlos heredó el trono, es su reina consorte.
Pero desde este sábado 6 de mayo, Camila es oficialmente reconocida como reina.
En la ceremonia celebrada en la Abadía de Westminster en la que fue coronado Carlos III, Camila también recibió su corona.
El público se ha acostumbrado a ver a Camila al lado de su marido en los principales eventos y celebraciones nacionales e internacionales, pero como ella misma ha admitido, no ha sido nada fácil.
Pocas mujeres han sido tan vilipendiadas públicamente como Camila Parker Bowles. Fue “la otra mujer” en la ruptura matrimonial del siglo, comparada sin cesar con Diana, princesa de Gales.
Al elegir a Carlos, puso su vida patas arriba. Durante años fue acosada por la prensa y su carácter y apariencia fueron atacados sin descanso. Pero ella capeó el temporal y poco a poco fue consolidando su posición como el miembro femenino más importante de la Familia Real.
Ha sido todo un viaje para la mujer de la que, se dice, el príncipe Carlos se enamoró inmediatamente cuando se conocieron a los 20 años.
La plena aceptación de la reina Isabel II tardó en llegar, pero en sus últimos años fue inequívoca en su apoyo a Camila. Puede que la reina consorte nunca consiga la plena aprobación del público, pero como ella misma dijo en una entrevista con la revista Vogue a principios de 2022: “Me sobrepongo a ello y sigo adelante. Hay que seguir con la vida”.
Su infancia y juventud
Casarse con el heredero del trono no era el futuro previsto para Camila Rosemary Shand, que nació el 17 de julio de 1947. Su familia era de clase alta, rica y con buenas conexiones, pero definitivamente no era de la realeza.
Creció en un entorno muy unido y cariñoso, jugando con su hermano y su hermana en una pintoresca finca familiar en Sussex, en el sureste de Inglaterra. A su padre, Bruce Shand, oficial retirado del ejército, le gustaba leerle cuentos antes de dormir, y su madre, Rosalind, llevaba a los niños al colegio, a las actividades y a la playa. Fue una infancia muy diferente a la de Carlos, que pasó largas temporadas sin sus padres mientras estos viajaban por el mundo.
Una escuela en Suiza preparó a Camila para la vida como debutante en la sociedad londinense. Era popular, y desde mediados de los años 60 mantuvo una relación intermitente con un oficial del ejército británico llamado Andrew Parker Bowles.
La relación con Carlos
A principios de los años setenta fue presentada al joven príncipe Carlos. Según Jonathan Dimbleby, que escribió una biografía del príncipe, “ella era cariñosa, no tenía pretensiones y -con toda la intensidad del primer amor- él perdió su corazón por ella casi de inmediato”.
Pero el momento no era el adecuado. Carlos apenas tenía 20 años y estaba haciendo carrera en la Marina. A finales de 1972 partió para un despliegue de ocho meses en el extranjero. Y mientras estaba fuera, Andrew le propuso matrimonio a Camila, y ella aceptó. ¿Por qué no esperar a que Carlos se lo pidiera? Los amigos han especulado que simplemente nunca se vio a sí misma como material para ser reina.
Por muy dolido que se sintiera Carlos, siguieron formando parte de la vida del uno y el otro. Se movían en los mismos círculos sociales, Carlos y Andrew jugaban al polo juntos, y la pareja le pidió a Carlos que fuera el padrino de su primer hijo, Tom. Las fotografías de Carlos y Camila en encuentros de polo muestran una relación relajada.
“Un matrimonio de tres”
En el verano de 1981, Carlos había conocido y propuesto matrimonio a la joven Lady Diana Spencer. Pero Camila seguía formando parte de su vida. En el libro “Diana: Su verdadera historia”, el autor Andrew Morton detalló cómo Diana estuvo a punto de cancelar la boda dos días antes de que se celebrara, después de encontrar una pulsera que Carlos había mandado hacer para Camila con las letras “F” y “G” grabadas -sus nombres cariñosos eran Fred y Gladys-.
Que Diana tuvo problemas con la relación de Camila con su marido es indudable. Carlos insistió en que sólo reavivaron su romance cuando su matrimonio se había “roto irremediablemente”. Pero como Diana declaró de forma tan memorable en la ahora desacreditada entrevista de la BBC de 1995, “éramos tres en este matrimonio”.
A medida que los matrimonios de Carlos y Camila se deterioraban, la prensa comenzó a recoger cada vez más detalles de su relación. Quizás el que más revuelo causó fue el revelado en una llamada telefónica nocturna grabada en secreto en 1989 y hecha pública cuatro años después. En ella, Carlos hablaba de querer ser el tampón de Camilla, lo que dejó claro el nivel de intimidad entre ellos.
Divorcio y boda con Carlos
El divorcio de Camilla finalizó en 1995. El matrimonio de Carlos y Diana terminó oficialmente en 1996.
El hecho de que Camila eligiera estar con él, a pesar de la hostilidad pública y el trastorno que supuso para su propia familia, especialmente para sus dos hijos Tom y Laura, es una muestra de la fuerza de sus sentimientos hacia Carlos.
Tom Parker Bowles ha hablado de los días en que los paparazzi se escondían en los arbustos fuera de la casa familiar en Wiltshire. “Ya no hay nada que nadie pueda decir sobre nuestra familia que nos ofenda”, escribió en el periódico “The Times” en 2017, y añadió: “Mi madre es a prueba de balas”.
De esos días, Camila dijo: “A nadie le gusta que le miren todo el tiempo. Simplemente hay que encontrar la manera de vivir con ello”.
Encontrar una forma de lidiar con las críticas se hizo aún más difícil en 1997, tras la muerte de Diana. Públicamente, Carlos se centró en sus hijos William y Harry, y Camila se retiró de la vista pública. Pero su relación continuó.
La posición de Carlos era que Camila no era negociable en su vida, y así comenzó una campaña cuidadosamente coreografiada para rehabilitarla ante la opinión pública. Comenzó con una salida nocturna del Hotel Ritz en 1999, donde habían estado celebrando el 50º cumpleaños de la hermana de Camila. Seis años después, se casaron en una pequeña ceremonia civil en Windsor Guildhall.
Cualquier preocupación que pudiera tener la pareja de que el público pudiera reaccionar negativamente ante los recién casados resultó infundada, ya que fueron recibidos con vítores y aplausos.
Sin embargo, durante muchos años continuó el debate sobre si ella sería conocida como reina. Aunque legalmente tiene derecho a usar ese título, la línea oficial era que se la conociera como princesa consorte, como forma de apaciguar a quienes la culpaban de la ruptura del matrimonio de Carlos con Diana.
Al final, el asunto fue resuelto por la reina, que dijo en 2022 que era su “sincero deseo que, cuando llegue ese momento, Camila sea conocida como reina consorte“. Esta fue la confirmación de que Camila se había ganado su lugar al lado de Carlos. Se puso fin así a cualquier debate público.
Si la reina se mostró inicialmente recelosa con Camila, más aún debió ser el caso de los príncipes William y Harry. Ambos tuvieron que lidiar con la muy pública ruptura del matrimonio de sus padres y luego con la muerte de su madre cuando William tenía 15 años y Harry sólo 12.
Relación con la familia real
En 2005, unos meses después de su boda, un Harry de casi 21 años dijo que Camila era una “mujer maravillosa” que había hecho muy feliz a su padre.
“William y yo la queremos mucho y nos llevamos muy bien con ella”.
Desde entonces, ninguno de los dos hermanos ha dicho nada sobre sus sentimientos hacia Camila. Sin embargo, al observar las interacciones y el lenguaje corporal entre William, su esposa Kate Middleton, y Camila en los compromisos públicos, se percibe una calidez y una familiaridad que sugieren que las relaciones, al menos con los Cambridge, son buenas.
A sus 75 años, la vida de Camila gira en torno a su marido y su familia. Puede que sus relaciones con los Windsor generen titulares, pero lejos de los focos Camila es también una entusiasta abuela de cinco nietos. Y ha conservado su casa de Wiltshire, Ray Mill House, a donde se escapa para relajarse.
“Tiene una familia muy unida y que la apoya, y un grupo cercano de viejos amigos”, dijo su sobrino Ben Elliott a la revista Vanity Fair. “Adora a su marido, sus hijos y sus nietos”.
Camila también ha dejado su propia huella en ámbitos que le apasionan:
- Sensibilizar sobre la osteoporosis, que afectó a su madre y a su abuela
- Poner de relieve temas difíciles como el abuso doméstico, la violación y la violencia sexual
- Intentar transmitir el amor por los libros heredado de su padre con un club de lectura en Instagram
Tal vez, porque llegó tarde a la realeza, parece casi avergonzada por el revuelo que la rodea.
Al verla trabajar, está claro que puede hacer que la gente se sienta cómoda. No ha ocultado que los discursos le ponen nerviosa, pero con los años ha ido ganando en confianza.
Carlos y Camila llevan 18 años casados. En público, su conexión es evidente. Una mirada compartida, una risa… rara vez hay un acto en el que no parezcan compartir una broma privada.
“Se quieren y se respetan, y se ríen de lo mismo”, dijo Elliott a Vanity Fair.
Llevan una vida de lujo pero bajo el más intenso escrutinio, y la presión puede ser implacable.
“Siempre es bueno tener a alguien de tu lado”, dijo el príncipe Carlos a la cadena CNN en vísperas de su décimo aniversario de boda. “Ella es un enorme apoyo y ve el lado divertido de la vida, gracias a Dios”.
“A veces no coincidimos”, dijo Camila sobre su vida en común, “pero siempre encontramos tiempo para sentarnos juntos y tomar una taza de té y comentar el día”.
El papel de rey es solitario, y la reticencia de Carlos a renunciar a Camila se debe quizás a que sabía que ella era la única persona que podía proporcionarle la compañía que necesitará en el papel que está asumiendo.
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