Este tratamiento, que usa a los linfocitos del paciente, trata de modificar su comportamiento para que reconozcan y destruyan a las células tumorales. Los detalles del ensayo clínico que se desarrolla en la Argentina a Infobae, en la voz de uno de sus líderes de la investigación
Cuando se habla de cáncer, un sin fin de patologías pueden inundar el imaginario popular. Sin embargo, muy pocos ponen dentro de las primeras opciones a las que se relacionan, en algún aspecto, con la sangre. Es decir, a las denominadas como oncohematológicas y que reúnen a condiciones como leucemias, linfomas, mielomas y los síndromes mielodisplásicos, entre otros.
El mieloma múltiple, entonces, es un cáncer de la sangre que afecta a un tipo de glóbulos blancos llamados células plasmáticas, que se encuentran en la médula ósea. Asimismo, por su incidencia en la población fue denominado como enfermedad poco frecuente (EPOF), ya que afecta a uno (o menos de un caso) cada 2 mil personas.
Según la Sociedad Argentina de Hematología, esta patología “corresponde al 1% de las neoplasias y al 13% de las hemopatías malignas”. Mientras que desde la Fundación Argentina de Mieloma aseguran que en la Argentina “se registran cerca de 1300 nuevos casos por año”, cifra que la posiciona como “la segunda enfermedad hematológica más frecuente, después del linfoma, y representa el 1% de los casos de cáncer”.
“La incidencia aumenta progresivamente con la edad alcanzando un pico entre los 50 y 70 años, siendo rara su presentación antes de los 35 años”, afirman desde la SAH, al tiempo que destacaron que se trata de “una enfermedad heterogénea ya que algunos pacientes fallecen a las pocas semanas del diagnóstico, mientras otros viven más de diez años”.
Ahora, un ensayo clínico, que se desarrolla en la Argentina y otras 7 naciones, podría convertirse en un nuevo camino para aquellas personas con mieloma múltiple de reciente diagnóstico. Para conocer más sobre esta terapia, Infobae dialogó con Gonzalo Garate (MN 90063), quien es el Jefe Hematología Hospital Alemán e investigador principal del ensayo en el nosocomio.
Lo cierto es que este avance, que se basa en una nueva terapia celular denominada CAR-T, es un desarrollo con más de 30 años de historia y que se inició en la década de ‘90 cuando un estudiante postdoctoral en el Instituto Whitehead del MIT, el inmunólogo Michel Sadelain comenzó a usar la ingeniería genética, en particular los vectores retrovirales, para introducir genes en las células T, con el objetivo de generar células que pudieran luchar contra el cáncer.
Sin embargo, pasaron casi 20 años hasta que se informaron los primeros resultados prometedores sobre esta tecnología. “La terapia con células T con receptor de antígeno quimérico (CAR) es una forma de lograr que las células inmunitarias llamadas células T (un tipo de glóbulo blanco) luchen contra el cáncer cambiándolas en el laboratorio para que puedan encontrar y destruir células cancerosas”, resumen desde la Sociedad Americana Contra el Cáncer.
Para explicarlo de forma sencilla, el sistema inmunológico detecta sustancias extrañas en nuestro cuerpo a través de proteínas llamadas antígenos, que están presentes en las células. En tanto, las células T, que forman parte de este sistema, poseen receptores específicos que se acoplan a estos antígenos, activando mecanismos para eliminar a estos “intrusos”. Esta conexión entre antígeno y receptor es similar a una llave y una cerradura, donde cada antígeno tiene un receptor específico. Las células cancerosas también tienen antígenos, pero si las inmunitarias carecen de los receptores correspondientes, no logran acoplarse y, por ende, no pueden eliminarlas.
Entonces, en las terapias CAR-T se toman células T de la sangre del paciente que luego se modifican en un laboratorio añadiendo un receptor especial (CAR) que les permite conectarse a un antígeno específico de la célula cancerosa. Más tarde, al ser reintroducidas en el organismo, éstas podrán identificar a esas células cancerosas y eliminarlas. Sin embargo, cada patología oncológica tiene antígenos particulares. Sobre esta base es que se desarrolla este nuevo ensayo clínico.
Cómo es el ensayo clínico
Llamado como CARTITUDE-5, este ensayo clínico se desarrolla en tres centros de Argentina: el Hospital Alemán y el Italiano, de la Ciudad de Buenos Aires; además del Hospital Privado de Córdoba; siendo que el único otro país en América Latina que participa de esta fase clínica es Brasil. “Esta investigación tiene 30 años de trabajo atrás, porque está precedida de mucho trabajo previo para llegar a esta terapéutica”, explicó a Infobae Garate.
“La terapia consiste separar los linfocitos, que son una parte de los globos blancos que intervienen en el sistema inmune, para reprogramarlos con el objetivo de que reconozcan la enfermedad y que, al ser infundidos, puedan tener efecto terapéutico contra ese blanco oncológico. A esto se llama células CAR-T”, resumió el experto. Y profundizó: “Se pone la secuencia genética que va a actuar de manera específica, por eso algunos lo llaman como ‘droga viviente’, ya que usa las células con una acción terapéutica específica”.
Lo cierto es que esta tecnología ya ha sido probada para el tratamiento de otras enfermedades oncohematológicas, como son las leucemias linfoblásticas agudas y linfomas. E incluso, estos procedimientos ya fueron aprobados en algunos países del mundo. Sin embargo, en la actualidad aún no están disponibles de manera “comercial” en nuestro país.
“Son las propias células del paciente que están reprogramadas para que reconozcan la enfermedad oncológica, las cuales se infunden para controlar y remitir toda la enfermedad donde se encuentre. Además, son terapias que están aprobadas con algunas indicaciones específicas, que ya demostraron una eficacia importante”, señaló Garate.
En palabras del experto, esta terapia está destinada a pacientes de mieloma múltiple, de reciente diagnóstico, que no sean candidatos a trasplante de células progenitoras hematopoyéticas (TCPH).
“Cuando se diagnostica la enfermedad, es decir el mieloma múltiple, el paciente empieza tratamiento estándar que está disponible en Argentina y lo hace durante 6 meses. Hasta este momento, es como cualquier otro paciente que recibe una terapéutica contra la patología, pero a partir de ese momento puede elegir otra rama, que es la que estamos investigando: se hace una randomización y tiene la chance de recibir este nuevo tratamiento o, en cambio, el convencional”, señaló el experto. Según detalló, Argentina aportará un total de 15 pacientes randomizados para cualquiera de las dos ramas: el tratamiento convencional o este nuevo, con células CAR-T.
Al tiempo que resaltó: “Logramos realizar la infusión al primer paciente randomizado para la rama CAR-T en la Argentina en nuestro Hospital. Llevó tiempo, porque en todo el proceso se tienen que separar la células mediante un procedimiento llamado aféresis (donde se separan los componentes celulares y solubles de la sangre usando una máquina), para luego enviar esas células a una planta de manufactura del laboratorio de Janssen, donde hacen el proceso de ingeniería genética”.
Según detalló el experto, mediante el uso de un “virus”, se introduce una secuencia genética para reprogramar estas células. Es decir, “se les brinda un pedazo de antígeno de membrana que expresan las células del mieloma, para que los linfocitos, expandidos y reprogramados, puedan reconocer esa señal cuando se vuelven a introducir en el paciente. Estas células, ya dentro del organismo, ejercen un efecto terapéutico muy importante y sus resultados en el seguimiento, para conocer el estado del paciente que pasó por muchas líneas de tratamiento, son muy importantes”, afirmó Garate.
“Lo que queres es que haya la mayor respuesta posible. Es decir, se busca una remisión completa, que sea sostenida a largo tiempo. Es por eso que este ensayo tiene una duración de 15 años. Esta enfermedad no tiene cura, por eso el concepto de ‘curación’ es la remisión sostenida a lo largo de los años. En muchas líneas de investigación, se lograron remisiones de este calibre, aunque no todos la pudieron mantener en el tiempo porque algunos recayeron, existe un número importante que mantiene la respuesta”, aseguró.
Lo cierto es que esta terapia es denominada como “one shot”, es decir de una sola aplicación, ya que al enseñar al sistema inmune cómo atacar a estas células cancerosas se mantiene un comportamiento de control. “Es una única dosis y no está pensado para repetirse, ya que el paciente que recibe esta terapia no recibe más tratamiento, a diferencia del resto que los seguimos tratando todo en el tiempo. Es decir que, además, tiene otros beneficios”, dijo el experto.
“Hasta ahora infundimos a uno solo, porque hay pacientes que eligieron randomizar a la otra rama, pero tenemos otro paciente, en otro centro, que también eligió esta rama y está a punto de infundirse. Además, hay otros que aún no llegaron a los 6 meses y que tienen esa posibilidad de entrar en la rama CAR-T, las cuales son las estrellas de la inmunoterapia, la cual tiene una eficacia que no hemos visto hasta ahora”, detalló Garate.
De todas maneras, advirtió: “Como todo tratamiento, tiene sus riesgos o efectos adversos, que hay que conocer y manejar. Por eso, estos ensayos se hacen en centros habilitados y especializados, tenemos que pasar por auditorías y calificaciones para poder ser parte del estudio. Es por eso que es una gran noticia que miraran a Argentina para sumarnos a un ensayo clínico de esta complejidad”.
Al tiempo que destacó que “el acceso a estas terapias no es para todo el mundo, por un tema de costos y también por la logística, ya que las plantas de manufacturas de estas células pueden estar muy lejos, entonces tenés demora y muchas veces complica la situación de los pacientes porque no la llegan a recibir. Incluso, en países donde está aprobado, no todo el mundo llega al tratamiento”.
“Hay pacientes con acceso a la información, que leyeron mucho y vienen espontáneamente para sumarse. Es por eso que es importante aclarar que se trata de un ensayo clínico, experimental, que está destinado únicamente a pacientes con mieloma múltiple, de reciente diagnóstico que no sean candidatos a trasplante de células progenitoras hematopoyéticas (TCPH). Estos son los pacientes que buscamos y que necesitamos para poder seguir avanzando en este estudio”, concluyó.
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