La crisis migratoria que conduce a Panamá ha sido una solución económica para los municipios y pueblos aledaños en Colombia
El Tapón del Darién se ha transformado en los últimos años, ya que se ha establecido como una opción ilegal para que los migrantes puedan llegar a Estados Unidos de una manera más económica, pero también más peligrosa, puesto que el paso de Colombia a Panamá está conformado por 5.000 metros cuadrados de ríos, montañas y jungla.
Fuera de convertirse en una posibilidad latente para cumplir con el sueño americano, la selva del Darién también ha transformado a los municipios y pueblos aledaños, ya que pasaron de ser espacios pobres y olvidados, a consolidarse como un lugar turístico de paso, lo que ha sido aprovechado por sus líderes.
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Debido a ello, The New York Times realizó un informe que demarca el negocio en el que se ha convertido la migración en este territorio de Colombia, en el que la selva se transformó en una oportunidad para hacer dinero. En primer lugar, el escrito de Julie Turkewitz señala algunos de los precios básicos que debe pagar una persona que intentará cruzar el tapón.
“El trayecto en lancha para llegar al bosque tropical: 40 dólares. Un guía que te lleva por la ruta peligrosa cuando empiezas a caminar: 170 dólares. Alguien que carga tu mochila en las lomas lodosas: 100 dólares. Un plato de pollo con arroz tras un día de escalar laboriosamente: 10 dólares. Paquetes especiales con todo incluido para que el esfuerzo riesgoso sea más rápido y soportable (con tiendas, botas y otros básicos): 500 dólares, o más”
De la misma forma, se detalla cómo ha sido asumido el cruce de migrantes por los gobiernos de Estados Unidos y Colombia, lo que demarcaría el final de un “emprendimiento”, que no es ilegal, según los pobladores de la región, gracias a pequeños detalles.
Durante la estadía del grupo de periodistas en el lugar, supieron que los principales encargados de la organización de lancheros, guías y carga bolsos son políticos, empresarios y líderes de los municipios, que han incentivado a las demás personas a emprender con la necesidad de los migrantes.
“Lo mejor que le puede pasar ahora mismo”, afirmó al NYT Darwin García, miembro de la junta de acción comunal de Acandí, que además es exconcejal del municipio ubicado al norte del Chocó, cuando se le preguntó por el aumento de migrantes en la zona.
A pesar de la firma del acuerdo entre Estados Unidos y Colombia, con el que se busca terminar el movimiento de personas por la selva del Darién, no se ha evitado que más de 360.000 personas ya hayan cruzado el tapón en 2023, superando con ello la cifra de 2022, que era de 250.000.
A pesar de que el traslado en lancha, el acompañamiento en la selva y el cambio de beneficios durante el recorrido por dinero representan un acercamiento a los riesgos que tiene la jungla para los migrantes; los periodistas han sido testigos de la visita de diplomáticos estadounidenses al Darién, los cuales han estrechado sin saberlo, las manos de los líderes del negocio de la migración.
En el Darién, Turkewitz y el fotógrafo Federico Ríos han observado cómo en algunos casos las autoridades son cómplices silenciosas de la problemática, demarcando que tienen conversaciones amistosas con las personas que venden los paquetes de viaje para atravesar la selva.
“El coronel William Zubieta, el principal funcionario policial de la región, dijo que su trabajo no era detener el paso de migrantes. Más bien, argumentó que el control correspondía a las autoridades migratorias del país”, según citan en el informe del NYT.
Ante la imposibilidad del Estado colombiano de intervenir en el paso de migrantes, las juntas de acción comunal crearon la Fundación Social Nueva Luz del Darién, la cual se encarga de gestionar la ruta hasta Panamá, fijando con ello los precios del trayecto; teniendo entre sus filas a más de 2.000 guías locales y cargadores de mochilas, los cuales se diferencian por el color de su camiseta.
Los líderes de la fundación afirman que solo cumplen con la indicación del camino hacia una frontera internacional que ellos no cruzan.
De la misma forma, se indica que los líderes de la fundación son conscientes de la presencia del Clan del Golfo en la selva, señalando que ponen la seguridad, pero no son parte de la organización, que ellos afirman, es sin ánimo de lucro.
A pesar de ello, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, no ha tenido en cuenta el factor de la comunidad y solo ha señalado las ganancias que, según él, recibiría el grupo armado por el paso de los migrantes, las cuales estableció en 30 millones de dólares.
Lo que no es del todo mentira, ya que los periodistas recalcaron que es un secreto a voces el pago de 80 dólares que las personas que quieren cruzar el tapón deben realizar al grupo armado, lo que es tomado como un permiso para ingresar a la selva, avalado con una pegatina con la bandera de Estados Unidos en el pasaporte.
“¡Viaja seguro! ¡Viaja feliz!”, afirman que es lo que repiten las personas que comercializan los planes turísticos para atravesar el Darién; motivo por el que los pobladores piden que en lugar de prohibir la migración hacia Panamá, se debería profesionalizar el negocio.
Necoclí dejó de ser un espacio tranquilo, al convertirse en el destino de autobuses con miles de migrantes que buscan trasladarse hasta Acandí, donde la situación no es diferente.
Luego del viaje en lancha, las personas son recibidas con folletos de instrucciones en el que se leen consejos para cruzar el Darién, además de ofrecer llevarlos hasta la selva con la excusa de que de otra forma podrían morir en el recorrido.
El informe señala que en Acandí hay un Western Union para evitar la falta de efectivo; los trabajadores de la fundación tienen horarios y reglas establecidas como si se tratará de un trabajo formal, indicando que los guías cobran 125 dólares por caminata y los carga bolsos entre 60 y 120 dólares dependiendo el peso de las maletas y los niños.
Los precios pueden ser modificados, ya que el costo de un Gatorade es de 2.5 dólares al iniciar el recorrido, pero de 5 si ya se ha avanzado dentro de la selva, además de que algunos pobladores han tomado la decisión de hacer comidas, sumergirse en el tapón y venderle estos productos a los migrantes durante la caminata.
INFOBAE