Por Juan Diego Patiño
Candidato a la gobernación de Risaralda
He recorrido muchísimas veces el territorio risaraldense. He visitado lejanas veredas en La Celia y Santuario y me he reunido con miles de campesinos del departamento, que creen que sí es posible construir por parte del Estado una política coherente en favor del campo, basada en la asociatividad, la asistencia técnica y la apertura de mercados seguros y permanentes.
He hablado con los jóvenes de Balboa, Apía y de muchos otros municipios, que tienen la esperanza de poder construir un futuro lleno de oportunidades; si los empresarios, la academia y el sector público acuerdan una estrategia en favor de ellos.
Cada día me reuní con mujeres empresarias, trabajadoras, amas de casa, académicas, deportistas, ambientalistas y políticas, y coincidimos que lograr la equidad de género sí es posible, en la medida en que haya voluntad política y más sensibilidad social.
Me encontré infinidad de veces con los habitantes de los barrios en Dosquebradas, que al igual que en otros municipios, piensan que sí es factible tener territorios seguros y bajar los índices de violencia en sus entornos, siempre y cuando haya mayor presencia e inversión social por parte del gobierno.
Me senté con las familias que viven en sitios de alto riesgo y en viviendas con muchas carencias en Guática y otras localidades, que aspiran tener un sitio digno donde vivir, y no pierden la confianza de alcanzar un apoyo real por parte del Estado.
Las comunidades de Quinchía me mostraron las edificaciones de escuelas y puestos de salud, muchos en muy malas condiciones, pero están seguros que hay posibilidades de que esa realidad cambie.
Centenares de niños y adolescentes asistieron con sus padres a nuestros encuentros con la comunidad en La Virginia y expresaban, con sus miradas alegres, una fe inquebrantable en el mañana.
Compartimos con deportistas y dirigentes, anécdotas y sueños, que son posible cumplirlos si hay una política del deporte permanente, consistente y sostenible, que incluya unos escenarios deportivos bien dotados.
Mujeres y hombres mayores de Belén de Umbría y Marsella nos recibieron siempre con una sonrisa y muchos, a pesar del abandono en que viven, piensan que vendrán mejores días para ellos y para la región.
Las comunidades afro e indígenas de Pueblo y Mistrató, tan marginadas, sienten que la sociedad está cambiando, que habrá menos discriminación y que sus niveles de pobreza, podrán ser superados.
Tuve encuentros con las organizaciones que representan a las personas en condición de discapacidad, con sus familias y cuidadores, y quedó claro que la política pública departamental contemplará un ejercicio de concertación de las acciones que se tomarán para garantizar su acceso y sus derechos a los bienes y servicios públicos.
Los empresarios de Pereira y los gremios que los representan nos abrieron sus puertas y mostraron plena confianza en que se puede seguir creciendo, construyendo riqueza y ofertando empleo.
Las organizaciones ambientales y culturales de Santa Rosa de Cabal nos dijeron muchas veces que su lucha por la defensa de la vida, la naturaleza, la cretividad y el arte, continúa sin desmayo.
Yo me comprometí con los risaraldenses, a través de mi programa de gobierno, que la forma más adecuada y segura para tener un mejor futuro y que este nos cobije a todos, es construir una Risaralda Equitativa e Incluyente.
Y lo vamos a cumplir. Porque he comprobado en este largo recorrido por el departamento, que hay esperanza, fé, amor, confianza y solidaridad.
Tantas historias escuché en este recorrido por Risaralda. Tantas manos estrechamos. Tantos abrazos compartimos. Tantas sonrisas y tanto cariño recibimos. Tantas esperanzas y sueños intactos. Tanta gente buena que acudió a nuestro llamado. Tanto y tanto, que estoy muy agradecido, emocionado y convencido que ganaremos las elecciones de este 29 de octubre.
Que Dios nos proteja