Por: Ricardo Tribin Acosta
Hace unos años conocí a un personaje que sin haberme visto antes a los pocos días me adoptó como algo suyo y empezó a decirle a personas comunes que yo era el hermano que aquel nunca tuvo.
Ello duró poco pues pronto el caballero “peló el cobre” y resultó, no siendo ni hermano ni mucho menos amigo, ya que su interés no estaba basado en un buen y desinteresado sentimiento, sino en la perniciosa intención de ver que sacaba de beneficio para el de una supuesta relación “ fraternal “ que , como lo dije antes, había empezado hacia muy poco.
Por la experiencia anterior me cae muy bien recordar una frase de Benjamín Franklin en la que con mucha sabiduría expresaba que un hermano puede no ser tu amigo, pero un amigo siempre será tu hermano.
Por esto y por un buen número de casos en los que me he enterado de las acciones hipócritas de aquellos “lobos cubiertos con piel de oveja” que te desean impactar especialmente a través de la falsa bonanza y de la adulación, es que creo en aquel refrán que dice que no podemos escoger la familia, pero si a nuestras amistades.
Líbrame Señor de las aguas mansas que de las torrentosas me cuido yo, lo que sería interesante aplicar por ejemplo cuando uno tiene una posición de jerarquía en una empresa pronto se encuentra con aquellos subalternos que respiran lealtad por todos los poros, la cual desaparece cuando uno sale del cargo que ocupaba. Amigos son muy poquitos y a veces ni se cuentan con los dedos de la mano y por ello a estos es que vale la pena conservar.