Pereira, 6 de diciembre de 2023.
Casi un año después de haberlo encontrado en una cita en la Secretaría de Deportes, Ricardo Artemo lo volvió a ver. Estaba sentado en primera fila, con la misma sonrisa, con la misma confianza que le brindó aquel día donde le dijo desinteresadamente que contara con él para que siguiera disfrutando y haciendo historia en el parapowerlifting.
“Él me dijo: todo va a cambiar, de aquí para adelante le vamos a prestar atención y darle todo lo que necesita. En el momento no le creí porque la gente habla mucho, pero al mes empecé a ver resultados y el secretario cumplió con su palabra, nos gestionó el banco, la barra, los discos y me dio un entrenador muy bueno que se llama Daniel Alzate”, expresó con mucho agradecimiento el deportista Ricardo Castaño.
La vida puso una vez más frente a frente a Ricardo y a Luis Eduardo Duque, secretario de Deportes de Risaralda, esta vez en otro escenario, el Centro de Convenciones de Armenia. Allí el querido “Richi” estaba cumpliendo su sueño de competir en el powerlifting de los Paranacionales por una medalla, apoyado por toda su familia y esa persona que sin pensarlo un segundo confió en él desde que lo vio y le dio un giro a su decisión de retirarse.
El profesor Duque no se quería perder ese momento, y la promesa de este valiente hombre de 48 años de querer demostrar sus condiciones. Quería ver cómo el apoyo a un deportista comprometido, que confía en él, es la mejor manera de motivar y lograr que las personas no tomen otro camino, y por el contrario sean atletas que se conviertan en el mejor ejemplo para niños y jóvenes.
Ricardo tenía una barra maravillosa, conformada por sus familiares más cercanos que lo alentaron con un amor único. Y con esas energías que llegan al alma, “Richi” se hizo más fuerte y logró levantar 128 kilogramos, un gran registro que le permitió ganar la medalla de plata que lo llevó al podio de la felicidad.
Todos al final lo felicitaron, lloró eternos minutos abrazando a sus hijas, a su esposa, a su entrenador Daniel Alzate y a todos sus familiares que no podían detener las lágrimas de felicidad que inundaban sus corazones de una alegría infinita.
El querido profesor Duque esperó con paciencia, esa misma con la que Ricardo lo esperó afuera de su oficina cuando buscaba su última oportunidad para seguir siendo deportista, o de lo contrario, dedicarse definitivamente a la topografía.
Al final, llegó ese momento de abrazarse, de decir con tan solo una mirada que valió la pena esa respuesta afirmativa y seria del secretario Luis Eduardo de apoyarlo a través de la Gobernación de Risaralda. Fue un momento de miles de pensamientos, de sensaciones inigualables, de una nostalgia maravillosa donde no pudieron hablar más, solo abrazarse y derramar lágrimas sinceras, de esas que bañan de oro al corazón.
Cuando hacemos del deporte un sentimiento de todos cada día será una oportunidad para hacer realizad historias como la de Ricardo Castaño, que se veía derrotado por el olvido, pero encontró manos amigas que lo ayudaron a volar más alto, a una realidad iluminada por la esperanza.
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