Pablo Goncálvez asesinó a tres jóvenes en los 90 y fue condenado a 30 años de prisión. En 2016 recuperó la libertad y en los últimos volvió a merodear y a hacer sospechosos comentarios en la zona de los asesinatos
(Desde Montevideo, Uruguay) – La vida de Pablo Goncálvez, un uruguayo nacido en España que vivía en el barrio residencial Carrasco de Montevideo, se desarrolló con aparente normalidad y sin demasiados sobresaltos hasta la madrugada del 1° de enero de 1992. Ese día, este joven de 22 años e hijo de un diplomático cometió el primero de los tres asesinatos que lo llevaron a estar 30 años preso.
Ana Luis Miler no regresó jamás a su casa. Su cuerpo apareció sin vida en el balneario Lomas de Solymar (a 30 kilómetros de Montevideo), entre las dunas. Goncálvez había sido el último en verla, pero nadie sospechó de él.
El padre de Goncálvez murió en julio de este año y, a los pocos meses, Goncálvez buscó una nueva víctima. Fue Andrea Castro (16), asesinada el 20 de septiembre. La adolescente había salido a bailar a un local en Carrasco y se encontró con el asesino. Apenas se conocían, pero charlaron unos minutos y ella aceptó ir con él a dar una vuelta en el auto. Su cuerpo apareció en la Playa Mansa, de Punta del Este.
Andrea Castro murió por asfixia, revelaría la autopsia. Con el tiempo se supo que el arma letal había sido una corbata blanca y verde de su padre.
María Victoria Williams esperaba el ómnibus en la mañana del 8 de febrero cuando apareció Goncálvez. Fingió que su abuela estaba sufriendo un infarto e hizo ingresar a la mujer a su vivienda. Le pidió que llamara a la emergencia y, en ese momento, le puso un pañuelo con alcohol y éter en la nariz y le ató una bolsa de nylon en la cabeza. Esa tarde, la familia de Victoria recibió un llamado que preguntaba por qué la joven no fue a trabajar.
Era conocido como el “psicópata de Carrasco” y tenía atemorizado a todo el barrio hasta que cayó en febrero de 1992, cuando la policía lo encontró en un ómnibus en el que quería viajar a San Pablo. Fue detenido en Chuy, una ciudad lindera con Brasil.
Goncálvez se convirtió en el primer asesino serial de Uruguay y fue condenado a 30 años de prisión. En 2016, la Justicia dio por cumplida la triple pena que pesaba sobre él. Redimió siete años de los 30 por estudio y trabajo. Estando en prisión, el triple homicida se casó y fue padre de una hija.
En 2017 volvió a ser capturado en Paraguay con un arma de nueve milímetros, lo que está prohibido por la ley de armas paraguayas. Llevaba 21 cartuchos, 9,1 gramos de cocaína y un celular que fue incautado en el momento de la detención. Fue preso de nuevo y liberado en 2019.
El nombre de Goncálvez volvió a estar presente en los medios de Uruguay.
La Policía uruguaya investiga su presunta reaparición en la zona de Carrasco, el barrio residencial en el que siempre vivió, tras una denuncia que se presentó en los últimos días, informó El Observador.
Una joven denunció que Goncálvez se acercó a ella. Según relató a la Policía, el hombre le preguntó si conocía el caso Goncálvez y le dijo que no había actuado solo en los crímenes. La mujer lo reconoció en fotos con el asesino serial de la década de los 90 pero con canas.
Desde el Ministerio del Interior entienden que la denuncia se originó debido a que la denunciante decidió alertar a la Policía por el personaje que dijo ser.
En noviembre, Goncálvez ingresó a Uruguay por el puente de Salto Grande y las autoridades presumen que continúa en el territorio uruguayo.
Pablo José Goncálvez Gallarreta nació en Bilbao el 6 de marzo de 1970. En ese momento su padre, Hamlet Goncálvez, cumplía funciones diplomáticas representando a Uruguay en España. Nueve años más tarde, la familia regresó a Carrasco, el barrio de Montevideo del que el matrimonio era oriundo.
Tras cumplir sus penas en Uruguay y Paraguay, Goncálvez es un hombre libre.
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