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En los 57 años de la Lotería del Risaralda, reconocemos la dedicación de la fuerza de ventas, doña Amparo, es una lotera que lleva a la Lotería del Risaralda en su corazón, esta es su historia.
Pereira, 31 de agosto de 2024. Doña Amparo de Jesús Márquez lleva 33 años vendiendo Lotería, una actividad que “fue una luz que se le dio” a esta mujer pujante, en medio de la separación de su esposo.
No era el mejor panorama para doña Amparo, pero ante la adversidad llegan las oportunidades y fue así como recordó la labor de su señor padre.
“Mi padre vendía lotería en Santa Rosa de Cabal, a mí me daba pena al principio, pero yo tenía la necesidad y además necesitaba que me quedara tiempo de atender la familia; en esa época muchas colegialas vendían lotería, entonces si a ellas no les daba pena, mucho menos a mí que tenía un hogar”, recuerda doña Amparo al hablar de sus inicios en la Lotería.
Y es que para muchos loteros la venta de lotería ha sido una gran oportunidad en sus vidas, permitiéndoles el sustento.
Amparo es una lotera insignia; hace parte de la historia de la Lotería del Risaralda, cuenta que comenzó solo con la inversión de 40 mil pesos y una tabla pequeña “nos correteaba el espacio público, en ese momento no podíamos sentarnos, pero yo me impuse con la banquita, fui de las primeras en hacerlo porque en realidad no estábamos haciendo nada malo”, explica Amparo.
Haciendo memoria de esos inicios y de todo el tiempo que ha pasado, la señora Amparo habla de su fe y de lo mucho que la Lotería le ha ayudado.
Ella es madre de 5 hijos, uno ya fallecido. Tiene una cantidad de nietos como ella dice, “este negocio me ha dado frutos, ya creció la familia, ya tengo nietos y hasta bisnietos y algo les he podido dar”.
Doña Amparo sufre de enfermedad coronaria, eso hace que algunos días deba estar ausente de su puesto de trabajo ubicado en la calle 19; sin embargo, estar vendiendo la Lotería del Risaralda le da vida, “lloro más fácil cuando no puedo venir a trabajar que por estar enferma, si estoy enferma, me tomo una pasta y listo, pero mientras tenga vida, acá estaré trabajando, yo quiero mucho el trabajo y ante todo la Lotería del Risaralda”.
Doña Amparo cuenta que para ella la mejor es la Lotería del Risaralda, hay días que no vende otras Loterías, pero siempre la Risaralda es la que vende, es también una herencia familiar, “mi papá vendió el mayor de la Risaralda en la ciudad de Bogotá, aún lo recuerdo”.
El pasado 21 de junio, doña Amparo vendió el billete que entregó el premio mayor, esto la impulsa a seguir vendiendo, “yo acá estoy trabajando, produzco dinero y me distraigo” y es que Doña Amparo quiere vender lotería hasta que Dios diga.
“Yo soy de Dios nuestro Señor, de aquí me he tenido que ir para el hospital, me voy unos meses, pero acá vuelvo, yo sé que nacemos para morir y con mi enfermedad, pues imagínese”.
La señora Amparo tiene sus clientes fijos, van a buscarla a su puesto de trabajo; allí con sus ganas de hacer las cosas bien, a sus 71 años sigue sumando más clientes y más ganas de vender la Lotería del Risaralda.
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