El régimen de Xi Jinping utiliza operaciones de inteligencia a gran escala para consolidar su poder, desestabilizar a rivales y buscar innovaciones. El FBI alerta que los hackers chinos superan ampliamente los recursos occidentales
Los gobiernos occidentales advierten que China está llevando a cabo actividades de espionaje a una escala sin precedentes, movilizando agencias de seguridad, empresas privadas y ciudadanos chinos para socavar a Estados rivales y fortalecer su economía. Esta estrategia busca consolidar el control del jefe del régimen Xi Jinping en medio de la desaceleración económica del país.
Durante las últimas semanas, varias agencias de inteligencia han emitido advertencias sobre las crecientes amenazas de espionaje. En septiembre, el FBI reveló que una empresa vinculada al Estado chino había hackeado 260.000 dispositivos conectados a Internet, incluidos cámaras y routers en Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rumania. Además, una investigación del Congreso estadounidense señaló que grúas de carga utilizadas en puertos del país contenían tecnología que permitiría al gobierno chino controlarlas de forma remota. En otro caso, una exasesora de la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, fue acusada de ser agente al servicio de Beijing.
Funcionarios estadounidenses están evaluando los efectos de una reciente vulneración de sistemas que compromete solicitudes autorizadas de intercepción de comunicaciones. Frente a la imposibilidad de frenar las operaciones chinas, las agencias occidentales instan a empresas y ciudadanos a extremar precauciones en sus interacciones con China. Sin embargo, dada la interdependencia económica global, contener esta amenaza es una tarea compleja, explica Calder Walton, experto en seguridad nacional de la Escuela Kennedy de Gobierno de Harvard, de acuerdo a un artículo publicado este lunes en el diario The Wall Street Journal.
El régimen chino no ha respondido a las acusaciones, aunque en el pasado ha negado participar en actividades de espionaje y se ha presentado como víctima de ciberataques extranjeros. Desde que Xi asumió el poder en 2012, ha subrayado la importancia de la seguridad nacional, involucrando tanto a funcionarios como a ciudadanos en la defensa de los intereses chinos. Esta política ha permitido a China desarrollar una red de espionaje cuya envergadura supera incluso las operaciones del Kremlin durante la Guerra Fría, según expertos.
El FBI estima que los hackers respaldados por China superan en una proporción de 50 a 1 a los especialistas cibernéticos de la agencia. Una agencia europea calcula que las operaciones de inteligencia y seguridad chinas pueden involucrar hasta 600.000 personas. “El programa de hackeo chino es más grande que el de todas las demás naciones combinadas”, afirmó el director del FBI, Christopher Wray.
Las medidas de represalia se ven complicadas por la profunda integración comercial entre Occidente y China, lo que impide la imposición de sanciones severas. “China es diferente”, reconoció Ken McCallum, jefe del MI5, la agencia de inteligencia interna del Reino Unido. La desaceleración económica bajo el liderazgo autoritario de Xi aumenta la presión sobre el aparato de espionaje chino para obtener innovaciones tecnológicas y reprimir disidentes, tanto dentro como fuera del país, afirmó Nigel Inkster, exdirector de operaciones del MI6.
Los ejemplos de las actividades de espionaje chino son variados. En septiembre, fiscales estadounidenses acusaron a cinco graduados de la Universidad de Míchigan de fotografiar vehículos militares durante un ejercicio conjunto entre la Guardia Nacional y personal taiwanés, alegando que solo estaban observando estrellas. En el Reino Unido, piratas informáticos vinculados a China accedieron a registros electorales que contienen las direcciones de 40 millones de personas. Estados Unidos también investiga si hackers chinos accedieron a redes de proveedores de Internet para interceptar comunicaciones de las autoridades, de acuerdo al artículo del WSJ firmado por los periodistas Max Colchester y Daniel Michaels.
Funcionarios de inteligencia temen que China esté utilizando datos privados robados para entrenar modelos avanzados de inteligencia artificial. Además, la creciente alianza militar entre China y Rusia en el conflicto de Ucrania agrava las preocupaciones. Según funcionarios occidentales, Xi ha ordenado que sus fuerzas militares estén listas para invadir Taiwán antes de 2027, lo que podría llevar a un conflicto directo con Estados Unidos, comprometido con la defensa de la isla.
El FBI advirtió que China ha utilizado routers comprometidos para infiltrarse en redes de agua y energía estadounidenses, generando temor de un ataque preventivo si Washington interviniera en Taiwán. En diciembre pasado, el Congreso prohibió al Pentágono usar puertos que empleen la plataforma china de datos Logink por riesgo de exposición de información clasificada. China también colocó malware en redes eléctricas de India en 2021 durante una disputa fronteriza y en sistemas de telecomunicaciones en Guam, una isla estratégica con base militar estadounidense.
En un esfuerzo por evitar malentendidos peligrosos, el director de la CIA, William Burns, ha visitado China en dos ocasiones durante el último año. Sin embargo, los funcionarios temen que los servicios de inteligencia chinos, al igual que los rusos, ajusten la información para alinearla con las expectativas de Xi, lo que podría desencadenar decisiones erróneas, como un ataque preventivo a infraestructuras extranjeras críticas.
A diferencia de Rusia, China no se preocupa por ser sorprendida en sus operaciones ni intenta intercambiar espías cuando son arrestados. La estructura descentralizada de sus operaciones de inteligencia, que involucra a múltiples agencias y actores privados, dificulta la respuesta de las agencias occidentales. En la última década, China también ha purgado a varios de sus funcionarios que colaboraban con los servicios de inteligencia estadounidenses.
Xi ha citado la caída de la Unión Soviética como un ejemplo de lo que puede suceder si se relajan los controles ideológicos en China. En 2014, creó una comisión de seguridad nacional para centralizar las tareas de seguridad y estableció una definición amplia de seguridad que abarca tanto la dominación política del partido como la fortaleza económica y alimentaria del país.
La relación conflictiva entre China y Estados Unidos ha exacerbado estas tensiones en medio de disputas territoriales, la carrera tecnológica y las acusaciones mutuas sobre el origen del Covid-19. En ese contexto, Xi ha insistido en que “la seguridad es un requisito para el desarrollo, y el desarrollo es la garantía de la seguridad”.
Occidente ha intentado contrarrestar la amenaza con medidas como la prohibición del uso de Huawei en infraestructuras de telecomunicaciones y la imposición de aranceles comerciales. Sin embargo, persiste la necesidad de equilibrar la colaboración económica con la confrontación por el espionaje. En mayo, la inteligencia canadiense acusó a China de intentar interferir en dos elecciones federales, mientras que en Australia se condenó a un empresario por intentar sobornar a un ministro con vínculos con el Partido Comunista.
Aunque gran parte de la actividad china no es ilegal, las autoridades occidentales alertan sobre los riesgos de colaboración con investigadores chinos. Según el MI5, más de 20.000 personas en el Reino Unido han sido contactadas por agentes chinos a través de LinkedIn desde 2022 en intentos por obtener información confidencial. La agencia ha advertido a las universidades sobre los riesgos de trabajar con consultoras y centros educativos respaldados por China que podrían transferir propiedad intelectual sensible al régimen de Xi.
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