Por: José Lincer Valencia
Donald Trump ha demostrado que no necesita estar sentado en el Despacho Oval para marcar el rumbo de la economía global. Su retórica y su visión transaccional del comercio internacional ya generarón en su momento polémica y después de 180 días siguen generando temblores económicos, sobre todo en regiones dependientes de exportaciones, inversión extranjera y estabilidad institucional como Sudamérica.
Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina, Perú… países que históricamente han mirado al norte con una mezcla de necesidad y desconfianza, hoy se enfrentan a un nuevo ciclo de incertidumbre estratégica, donde los vaivenes de Trump tienen efectos reales y profundos.
Trump con su política de proteccionismo radical, aumento de aranceles incluso a aliados y el repliegue de EE.UU. de tratados multilaterales es un hecho claro.
Para Colombia y otros países sudamericanos, esto significa:
- Desplome del comercio bilateral
- Reconfiguración del narcotráfico como excusa económica
- Freno a la inversión extranjera directa (IED)
La economía de Trump basada en el desorden intencionado: estímulos fiscales, reducción de impuestos a grandes empresas, aumento del déficit, y presión sobre la Reserva Federal.
Este cóctel se va a traducir en :
- Devaluaciones en cascada en Sudamérica
- Fuga de capitales de mercados emergentes
- Mayor presión para endeudarse en condiciones más caras
Colombia tiene una relación profundamente entrelazada con EE.UU., no solo por el comercio, sino también por la cooperación militar, la inversión en infraestructura y la influencia cultural.
- El gobierno colombiano se verá forzado a reorientar su política exterior
- Colapso en la confianza empresarial
No todo es catástrofe. La potencial retracción estadounidense también podría abrir espacios:
- Mayor integración regional
- China como contrapeso
- Impulso a la reindustrialización
Pero esto solo ocurrirá si hay visión política, coordinación regional y coraje estratégico. De lo contrario, Sudamérica solo será el receptor pasivo de un nuevo temblor generado por el gobierno de Trump.
Colombia y Sudamérica, si no se preparan con inteligencia y unidad, podrían ser víctimas colaterales de esta nueva guerra silenciosa. Pero también pueden convertirse en protagonistas de una nueva etapa de soberanía regional.
La pregunta no es solo qué lo que hace Trump. La pregunta es: ¿cómo se responderá esta vez?