Gracias a aquellas justas, la sucursal del cielo logró convertirse en ciudad principal del país y muchas de las obras construidas para los Juegos a hoy siguen siendo de uso fundamental para los caleños
A Colombia se le retiró la organización de los Juegos Panamericanos 2027 debido a la falta de cumplimiento de los compromisos económicos adquiridos con Panam Sports. La nación cafetera, que había recibido la bandera como próxima sede durante la clausura de los juegos en Santiago de Chile en el año 2023, no mantuvo su rol de anfitrión a causa de no adherirse a las obligaciones financieras establecidas.
Contando los $770 millones de USD de inversión total que tuvo que hacer el gobierno chileno para la edición anterior de los juegos, la pregunta sobre si vale la pena organizar las justas en suelo colombiano surgió en el espectro deportivo, puesto que esta cifra consiste en una gigante suma que varios no estarían dispuestos a asumir.
No obstante, como si los dividendos por $907 millones de USD que vio el país del conosur tras este evento no fuesen prueba suficiente de lo fructífero que puede llegar a ser la organización de estos juegos, Colombia misma tiene un ejemplo perfecto de lo que son unos Panamericanos exitosos, económicamente hablando para el país.
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En 1971, Cali, la sucursal del cielo, albergó el segundo evento deportivo más importante del mundo después de los Juegos Olímpicos y después de su ejecución, la ciudad y todo el país vio un crecimiento exponencial que a hoy se mantiene.
Los Panamericanos de 1971 hicieron de Cali una ciudad
La capital de la salsa organizó los Panamericanos en los que participaron 2.996 deportistas, 2.447 hombres y 549 mujeres, pero fuera de los hitos históricos en las pistas, este evento fue fundamental para el desarrollo de la ciudad como tal.
Desde el punto de vista del transporte, varias avenidas principales de la ciudad, por donde hoy día muchos caleños transitan, como la autopista Sur, la avenida Guadalupe, la avenida Pasoancho y la villa Panamericana de la Calle 9 fueron construidas para los juegos.
Aparte, una de las obras de infraestructura más importantes, el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, también tuvo su nacimiento gracias a estas justas. En primera instancia le querían poner Calipuerto, luego se inauguró bajo el nombre de Palma Seca y finalmente quedó como ahora lo conocemos. Esta instalación aeroportuaria tuvo, en aquel año, un costo de 36 millones de pesos.
Posteriormente, la Universidad del Valle tendría una nueva sede con una enorme ciudadela universitaria con residencias estudiantiles, las cuales sirvieron de villas para los deportistas, al igual que sucedió con la Unidad Residencial Santiago de Cali.
Todas estas construcciones e inversión en el desarrollo de los Juegos Panamericanos dejó a Cali las bases para instaurarse como una de las ciudades principales del país, puesto que una de las misiones principales de este evento deportivo es que sus obras sirvan como “legado” a la población habitante de las sedes.
Mirando entonces el caso de Barranquilla, la cual ya cuenta con una gran parte de la infraestructura, los dividendos que pudieron haber dejado los Panamericanos de 2027 hubiesen sido lo suficientemente importantes para posicionar a la ciudad currambera y al país como la “cuna del deporte” definitiva, aparte de impulsar la economía con la creación de puestos de trabajo, el movimiento del turismo y la instauración de nuevas viviendas u más inmuebles raíces.
Ahora, esta oportunidad de impulsar el crecimiento de Colombia con uno de los eventos de gran magnitud deportiva fue desperdiciada, y así como sucedió con el Mundial de 1986, la población “cruza los dedos” de no tener que arrepentirse por los errores ocasionados por el gobierno nacional.
INFOBAE