La monarquía británica se encuentra actualmente en un momento de transición. El largo reinado de Isabel II atravesó momentos de gran agitación familiar, pero fue mayormente un período de estabilidad y continuidad para la monarquía. Ahora hay un nuevo rey.
¿Pero está cambiando también la opinión pública sobre la monarquía?
En visitas recientes del rey Carlos se han visto manifestantes en contra de la monarquía así como personas que apoyan el nuevo reinado.
Estos grupos antimonárquicos reconocen que probablemente no habrían llevado a cabo estas protestas cuando la reina Isabel II estaba viva, por el riesgo de antagonizar al público. Pero ahora la situación es otra.
Para tantear el ánimo del público antes de la coronación, el programa de la BBC Panorama comisionó una nueva encuesta de opinión a YouGov.
Los resultados muestran un amplio apoyo para mantener la monarquía: el 58% la prefiere en lugar de a un jefe de Estado electo (apoyado por el 26%).
Sin embargo, detrás de estas cifras, la encuesta apunta a un cambio de actitud, con claros desafíos para el nuevo rey en términos de popularidad, sobre todo al comienzo.
Desinterés de la juventud
En particular, la monarquía parece tener un problema para atraer a los jóvenes.
Mientras que el 78% de las personas mayores de 75 años apoyan a la monarquía, solo el 32% de las personas de entre 18 y 24 años piensa igual.
Más personas dentro de este grupo (38%) preferiría tener un jefe de Estado elegido que una monarquía, aunque el 30% no tenía un opinión clara al respecto.
La indiferencia puede ser un problema tanto como la oposición. El 78% del grupo etario más joven dijo “no estar interesado” en la familia real.
Problemas
¿Cuáles son entonces los problemas difíciles que enfrenta el nuevo reinado?
La riqueza de la familia real, en medio de la gran presión por el aumento del costo de vida, es un factor que parece crear una marcada división entre los diferentes grupos de edad.
El 54% de personas en esta encuesta digital de 4.592 adultos británicos señala que la monarquía tiene un valor positivo, en comparación con el 32% que cree que tiene un valor negativo.
Pero, entre los jóvenes (de 18 a 24 años), el 40% piensa que la monarquía no es buena desde el punto de vista calidad/precio, mientras que el 36% piensa lo contrario.
“La cantidad de palacios es absurda. Francamente, necesitas un palacio para eventos de Estado, el Palacio de Buckingham, y quizás uno más para cuando quieren pasar tiempo en la campiña”, dice Norman Baker, exministro del partido Liberal Demócrata y crítico de cómo se financia la monarquía.
El político también destaca lo que califica de uso excesivo de helicópteros y jets privados cuando el rey está dando “lecciones a la gente sobre el cambio climático”.
Estas acusaciones son rechazadas por Lord Nicholas Soames, amigo del rey desde hace muchos años, que dice que solo se usa un helicóptero por una “muy buena causa” en actos públicos.
El experto constitucional Sir Vernon Bogdanor tampoco acepta las críticas al financiamiento.
“Creo que la familia real ofrece, en general, una muy buena relación calidad/precio. Y la única gente que recibe dinero son aquellos que realizan funciones públicas”.
Sin embargo, el público cuestiona los gastos, como destaca otro sondeo de YouGov de la semana pasada, que reveló que la mayoría de personas no cree que el gobierno deba pagar por la coronación.
El gobierno no revelará cuánto costará, en términos de gasto público, hasta después del evento.
Límites entre financiación pública y privada
También ha habido investigaciones periodísticas recientes sobre la financiación de la realeza que han cuestionado los límites entre la financiación privada y pública de la monarquía, entre los que se incluyen el estatus de los ducados de Lancaster y Cornwell, que generan (cada uno de ellos) más de US$25 millones en beneficios para la realeza.
Según Baker, estas tierras y propiedades deberían ser consideradas como “bienes públicos” y “el dinero generado por ellas en términos de ganancias deberían ir al contribuyente para financiar servicios públicos”, en vez de “desviarse a las arcas reales”.
En respuesta, el Palacio de Buckingham dice que el ducado de Cornwell financia actividades públicas, privadas y caritativas del heredero al trono, mientras que el ducado de Lancaster ayuda a financiar al soberano para que no sea una “carga para el Estado”.
Anna Whitelock, historiadora de la City University que explora el lugar de la monarquía en el Reino Unido actual, cuestiona por qué un nuevo monarca no tiene que pagar el impuesto sobre sucesiones por la muerte de un soberano anterior.
Pero Buckingham señala que las decisiones sobre la financiación y los impuestos las toma el gobierno y no la familia real.
No obstante, es probable que continúe habiendo dudas sobre la falta de transparencia de las finanzas reales, y la magnitud de la incertidumbre queda en evidencia en las diferentes conclusiones de dos investigaciones periodísticas separadas recientes sobre la riqueza del rey: una que sostiene que asciende a 600 millones de libras (unos US$747 millones) y otra a 1.800 millones de libras (US$2.242 millones).
“Alejado de la realidad”
Las preguntas sobre el dinero podrían alimentar las dudas sobre qué tanto la realeza puede empatizar con las experiencias del público.
La encuesta a adultos británicos comisionada por Panorama -llevada a cabo entre el 14 y el 17 de abril- mostró que más personas creen que el rey “está alejado de la realidad” (45% sobre 36%).
Pero el rey ha trabajado durante décadas a través de sus organizaciones benéficas para apoyar a las familias desfavorecidas, y Martina Milburn, ex directora ejecutiva de Prince’s Trust (una organización sin fines de lucro fundada por Carlos III), elogió su capacidad para comunicarse con una amplia gama de personas.
“Literalmente he estado con él en prisiones, en institutos para delincuentes juveniles, en centros de trabajo, y él puede establecer esa conexión, es bastante extraordinario”, dice.
Aunque Graham Smith, director ejecutivo del grupo antimonárquico Republic, cree que las encuestas reflejan un nivel de oposición a la monarquía que por lo general está subestimado. “En todo el país hay millones de personas que quieren abolir la monarquía”, sostiene.
Acusaciones de racismo
Otra área particularmente sensible para la familia real se refiere a las percepciones sobre sus actitudes hacia el racismo.
Desde la relación con Meghan, duquesa de Sussex, hasta la disputa de alto perfil sobre el trato recibido por la fundadora negra de una ONG Ngozi Fulani en una recepción en el Palacio de Buckingham, este ha sido un tema espinoso.
El sondeo de YouGov revela la escala de este desafío: el 40% de las personas de minorías étnicas querían un jefe de Estado electo en lugar de una monarquía.
El porcentaje fue aun mayor -49%- cuando se le preguntó a ese grupo si la realeza tenía “un problema con el racismo y la diversidad”. El porcentaje total de las personas que respondieron a esa pregunta -sin importar su origen étnico- fue del 32%.
Lord Soames rechaza enfáticamente cualquier sugerencia de racismo. “No hay ni una gota de racismo en el rey”, señala.
El Palacio de Buckingham dice que el rey y la casa real tratan todo lo concerniente al racismo y la diversidad con gran seriedad, señalando como evidencia la respuesta “rápida y robusta” a la disputa en torno a Ngozi Fulani.
Dice también que han llevado a cabo una revisión sobre sus políticas sobre diversidad e inclusión.
Colonialismo y esclavitud
Pero este es también un tema que afecta las relaciones fuera de Reino Unido, incluída la Mancomunidad de Naciones, donde están surgiendo cuestionamientos sobre el legado del colonialismo y la esclavitud.
En un discurso ante los líderes de la Mancomunidad de Naciones en Ruanda el año pasado, el entonces príncipe Carlos habló de la “profundidad de su dolor personal” por el dolor causado por el comercio de esclavos.
En otro discurso -durante la visita el otoño pasado del presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa-, el rey dijo: “Debemos reconocer los errores que han dado forma a nuestro pasado si queremos descubrir el poder de nuestro futuro común”.
Sin embargo, Hilary Beckles, un historiador de Barbados y presidente de la Comisión de Reparaciones de la Comunidad del Caribe (Caricom), dice que se necesitan más medidas porque, actualmente, las relaciones entre la monarquía y el Caribe son “tensas”.
“Esa tensión puede ser aliviada fácilmente por el rey si toma el camino de la justicia reparadora, que comienza con el lenguaje de las disculpas, y luego se convierte en actividades prácticas y cotidianas que ayudarán a promover el desarrollo económico del Caribe”, explica.
El Palacio de Buckingham dice que Historic Royal Palaces -una organización benéfica que se encarga de preservar seis sitios, incluida la Torre de Londres y el Palacio de Kensington- es socia en un proyecto de investigación independiente que explora los vínculos entre la monarquía británica y el comercio de esclavos.
El rey Carlos se toma el tema profundamente en serio, dice.
Patrón
La encuesta de Panorama puede generar preguntas sobre si es un momento de cambio para la monarquía. Pero también muestra una suerte de imagen de continuidad.
Los resultados generales muestran un amplio apoyo a la monarquía, junto con una minoría considerable de escépticos.
Muchas encuestas hechas a lo largo de los años muestran algo similar.
La popularidad de la realeza parece haber llegado su punto más alto alrededor de 2011-2012, la época del casamiento del príncipe William y Kate, y el jubileo de diamante de la reina.
En los años siguientes hubo una tendencia a la baja, y las disputas surgidas a raíz de la publicación del libro Spare del príncipe Harry, a principios de este año, supusieron un golpe para los índices de aprobación de la realeza. Pero eso no significa necesariamente que no se recuperarán.
Todo también dependerá de qué tanto mantendrán los jóvenes su tendencia actual de creciente falta de entusiasmo por la monarquía.
La encuesta anual de larga duración llamada Actitudes Sociales Británicas concluyó previamente que las personas tienden a ser más comprensivas con la monarquía a medida que envejecen.
El nuevo reinado estará observando esos cambios atentamente, esperando que continúe ese patrón.
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