Autoridades ambientales detectaron la expansión de la especie en al menos 38 municipios de Cundinamarca, donde las condiciones propiciadas por la temporada de lluvias han favorecido su reproducción masiva y acelerada
Con la llegada de la temporada de lluvias, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) encendió las alarmas por el aumento significativo del caracol gigante africano (Achatina fulica) en varios sectores cálidos del departamento.

Este molusco terrestre, originario del este africano, ha logrado establecerse en diversos continentes gracias a su extraordinaria capacidad de adaptación. En Colombia, su presencia ha venido en aumento en los últimos años, especialmente en áreas cálidas de baja altitud —entre los 0 y 1.500 metros sobre el nivel del mar— donde encuentra condiciones favorables para su supervivencia y multiplicación.
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Se alimenta de más de 800 especies de árboles y plantas, atacando incluso cortezas y troncos. Además, consume desechos orgánicos como materia fecal y restos en descomposición, y en ocasiones llega a ingerir materiales inorgánicos como pinturas o compuestos presentes en paredes y estructuras, lo cual lo convierte en una amenaza tanto para el entorno natural como para las infraestructuras humanas.
Desde los cinco meses de edad ya puede reproducirse, y como es un animal hermafrodita, cada ejemplar es capaz de poner hasta 400 huevos en tres ciclos anuales. En condiciones normales, puede vivir entre seis y nueve años, lo que le otorga un gran potencial invasor y lo vuelve altamente competitivo frente a las especies nativas, a las que puede desplazar con facilidad.

De acuerdo con las autoridades ambientales, el caracol gigante africano ha sido detectada en al menos 38 municipios de los 104 que conforman la jurisdicción de la CAR, es decir, en el 35% del territorio.
Las regiones más afectadas por esta plaga son Alto Magdalena, Gualivá, Tequendama y Sumapaz, zonas caracterizadas por su clima cálido y húmedo, condiciones ideales para la reproducción de este molusco. De acuerdo con los expertos de la corporación ambiental, el incremento reciente se debe precisamente al inicio del período invernal, que proporciona un entorno propicio para su proliferación.
“Invitamos a la comunidad a informar oportunamente a las autoridades la presencia de caracol africano en sus viviendas y predios, de manera que podamos actuar oportunamente y poner freno a los riesgos que genera tanto para otras especies como para las personas”, declaró Camila Velásquez, directora regional Alto Magdalena de la CAR.
Riesgos para la salud humana

Más allá de su impacto ecológico, el caracol gigante africano representa un riesgo concreto para la salud pública. Su baba y mucosidad pueden actuar como vehículos de transmisión de diversos parásitos, entre ellos Schistosoma mansoni, Trichuris spp., Hymenolepis spp. y Strongyloides spp., los cuales pueden causar enfermedades graves como meningoencefalitis eosinofílica —que afecta el sistema nervioso central— e ileocolitis eosinofílica —con implicaciones en el tracto digestivo— tanto en humanos como en animales.
Estos parásitos pueden ser transmitidos a través del contacto directo con el molusco o por medio de la contaminación de agua y alimentos. Por ello, la CAR ha insistido en que la manipulación de estos animales debe hacerse exclusivamente bajo protocolos técnicos y siguiendo las directrices de las autoridades ambientales y sanitarias.
“La erradicación de este invertebrado debe realizarse de manera técnica y siempre atendiendo los protocolos establecidos, con el fin de no comprometer el equilibrio del entorno ni el bienestar de las comunidades”, explicó la directora Velásquez.

Además, recordó que la resolución 654 de 2011 del Ministerio de Ambiente permite su caza, en el marco de medidas para el manejo, prevención y control de la especie, haciendo un llamado a la población para que no intente manipular estos animales por su cuenta y, en cambio, reporte su presencia a la CAR o a las entidades de salud y medio ambiente correspondientes.
Con el aumento de las lluvias, el riesgo de expansión del2 caracol africano sigue creciendo, por lo que la colaboración ciudadana será clave para evitar que esta especie continúe avanzando y poniendo en riesgo la biodiversidad regional y la salud de las comunidades.
INFOBAE
Autoridades ambientales detectaron la expansión de la especie en al menos 38 municipios de Cundinamarca, donde las condiciones propiciadas por la temporada de lluvias han favorecido su reproducción masiva y acelerada
Con la llegada de la temporada de lluvias, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) encendió las alarmas por el aumento significativo del caracol gigante africano (Achatina fulica) en varios sectores cálidos del departamento.

Este molusco terrestre, originario del este africano, ha logrado establecerse en diversos continentes gracias a su extraordinaria capacidad de adaptación. En Colombia, su presencia ha venido en aumento en los últimos años, especialmente en áreas cálidas de baja altitud —entre los 0 y 1.500 metros sobre el nivel del mar— donde encuentra condiciones favorables para su supervivencia y multiplicación.
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Se alimenta de más de 800 especies de árboles y plantas, atacando incluso cortezas y troncos. Además, consume desechos orgánicos como materia fecal y restos en descomposición, y en ocasiones llega a ingerir materiales inorgánicos como pinturas o compuestos presentes en paredes y estructuras, lo cual lo convierte en una amenaza tanto para el entorno natural como para las infraestructuras humanas.
Desde los cinco meses de edad ya puede reproducirse, y como es un animal hermafrodita, cada ejemplar es capaz de poner hasta 400 huevos en tres ciclos anuales. En condiciones normales, puede vivir entre seis y nueve años, lo que le otorga un gran potencial invasor y lo vuelve altamente competitivo frente a las especies nativas, a las que puede desplazar con facilidad.

De acuerdo con las autoridades ambientales, el caracol gigante africano ha sido detectada en al menos 38 municipios de los 104 que conforman la jurisdicción de la CAR, es decir, en el 35% del territorio.
Las regiones más afectadas por esta plaga son Alto Magdalena, Gualivá, Tequendama y Sumapaz, zonas caracterizadas por su clima cálido y húmedo, condiciones ideales para la reproducción de este molusco. De acuerdo con los expertos de la corporación ambiental, el incremento reciente se debe precisamente al inicio del período invernal, que proporciona un entorno propicio para su proliferación.
“Invitamos a la comunidad a informar oportunamente a las autoridades la presencia de caracol africano en sus viviendas y predios, de manera que podamos actuar oportunamente y poner freno a los riesgos que genera tanto para otras especies como para las personas”, declaró Camila Velásquez, directora regional Alto Magdalena de la CAR.
Riesgos para la salud humana

Más allá de su impacto ecológico, el caracol gigante africano representa un riesgo concreto para la salud pública. Su baba y mucosidad pueden actuar como vehículos de transmisión de diversos parásitos, entre ellos Schistosoma mansoni, Trichuris spp., Hymenolepis spp. y Strongyloides spp., los cuales pueden causar enfermedades graves como meningoencefalitis eosinofílica —que afecta el sistema nervioso central— e ileocolitis eosinofílica —con implicaciones en el tracto digestivo— tanto en humanos como en animales.
Estos parásitos pueden ser transmitidos a través del contacto directo con el molusco o por medio de la contaminación de agua y alimentos. Por ello, la CAR ha insistido en que la manipulación de estos animales debe hacerse exclusivamente bajo protocolos técnicos y siguiendo las directrices de las autoridades ambientales y sanitarias.
“La erradicación de este invertebrado debe realizarse de manera técnica y siempre atendiendo los protocolos establecidos, con el fin de no comprometer el equilibrio del entorno ni el bienestar de las comunidades”, explicó la directora Velásquez.

Además, recordó que la resolución 654 de 2011 del Ministerio de Ambiente permite su caza, en el marco de medidas para el manejo, prevención y control de la especie, haciendo un llamado a la población para que no intente manipular estos animales por su cuenta y, en cambio, reporte su presencia a la CAR o a las entidades de salud y medio ambiente correspondientes.
Con el aumento de las lluvias, el riesgo de expansión del2 caracol africano sigue creciendo, por lo que la colaboración ciudadana será clave para evitar que esta especie continúe avanzando y poniendo en riesgo la biodiversidad regional y la salud de las comunidades.
INFOBAE