“El buen vivir es la prefiguración de una muerte en paz”. En nuestros días nos
encontramos ante diversas situaciones que nos abruman y hacen del existir
una impermanencia perenne donde todo es cada vez más una levedad que se
olvida como la hojas secas llevadas al espacio por el viento, sin saber cuán
grande es la profundidad e inmensidad de una vida que se va; esta es causa de
los pensamientos compulsivos que nos abruman día a día sin piedad, es
todo un el ser en su carne expresando los sentimientos del corazón,
comprendiendo este cuerpo que nos da placer y dolor atrevernos a ser en el
presente es un reto, una existencia unida a la eternidad que es más gloriosa
que el nacer y morir. Sin embargo, esto no se esconde en lo infinito del cielo,
ni en las profundidades del océano, menos en la oscuridad de la noche; está
arraigado en el interior de las personas donde nadie puede destruirlo, solo
usted es capaz de conocerse, de explorar cada célula de sus entrañas por
que nada, ni nadie tiene licencia para hacerlo, de esta manera podremos saber
que estamos presentes siendo conscientes del misterio indestructible de la
vida con su gran significado, dominando con nuestra voluntad esos
pensamientos que nos convierten en esclavos de problemas catastróficos.
Es entonces cuando empezamos a conocer el vasto universo que hay más
allá de nuestras luces manchadas por las sombras. También te das cuenta de
la hermosura de habitar en y lo que importa verdaderamente – el amor, la
Paz, alegría e inspiración. Es cuando empiezas a avivar con esta infinita
capacidad de aceptar que hoy estamos, mañana desaparecemos, somos una
fugacidad sin retorno, como la planta: nace, crece, florece y muere por esto
vivamos cada día como una gracia que acompaña nuestro viaje de peregrinos
por este mundo. Vivir también es morir son dos realidades paradójicas,
empiezas a existir cuando das muerte al ego, la desilusión, la negatividad
impuesta por paradigmas sociales, así mismo, la muerte es inevitable cuando
aprendemos a conocer la existencia, pues también encontramos a numerosos
muertos andando como sonámbulos por las calles los cuales ignoramos,
aunque todavía no le hayan dado el responso fúnebre.
Para muchas personas la muerte es un pensamiento intrigante que recuerda
la fragilidad del ser, la verdad inaceptable que es ignorada por que a la
mayoría le causa pánico y terror. Lo cierto es que será nuestro próximo viaje a
una realidad totalmente desconocida; cada persona tiene una experiencia
diferente en ese momento de acuerdo a su forma de vivir, emociones y culturas.
Por eso existe ahora, convierte en tierra fértil, ese binomio interior- exterior para
que después no te lamentes, trabaja con tus manos laboriosas contribuyendo
al bien mientras puedas, así en ese tránsito no sufras por no haberlo hecho.
Tu alma se separará del cuerpo, pero tú recuerdo será una inspiración
perdurable, vive con alegría e inmensa gratitud, condúcete a un horizonte con
esperanza. Así mismo, la muerte es solamente un instante que siempre será el
termómetro de cada existencia humana, mide la actitud, las acciones como los
frutos que hemos sembrado y cosechado en esta tierra, la manera de apreciar
la vida determina en gran parte la serenidad ante la muerte.
La autora, es escritora y poeta nicaragüense