El organismo de la ONU, que reúne a 134 países del hemisferio sur, celebrará su próxima reunión en La Habana, en septiembre. Especialistas aseguraron a Infobae que “no hay una acción unificada” entre los integrantes del Grupo, y cuestionaron la designación de una dictadura como la de Miguel Díaz-Canel
El próximo 15 y 16 de septiembre el dictador cubano Miguel Díaz-Canel oficiará de anfitrión cuando reciba a líderes y representantes de los 134 miembros del Grupo de los 77, más conocido como G77+China. La cumbre se desarrollará en el Palacio de las Convenciones de La Habana, bajo el lema “Retos actuales del desarrollo: papel de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación”.
El pasado mes de junio, Díaz-Canel convocó a los jefes de Estado y de Gobierno a la cumbre que tendrá como foco principal el papel de la ciencia y la tecnología. Según el dictador, el avance científico es “inaccesible para gran parte de la humanidad”.
“La ocasión deberá servirnos para reforzar nuestra unidad y decidir acciones colectivas y prácticas en el enfrentamiento eficaz a los retos contemporáneos”, afirmó.
Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores de la dictadura castrista, en tanto, dijo que el foro será una cita “significativa e indispensable” en medio de la crisis económica y multidimensional a nivel mundial. Indicó, además, que será una cumbre “austera y modesta” desde el punto de vista económico y financiero, y consideró que será “oportuna” de cara a los procesos actuales a escala internacional que dotará a los países del Sur de “estrategias para su desarrollo después de la pandemia y la crisis económica”.
Previo al foro de septiembre, el régimen coordinó varias reuniones como las de ministros de Educación, Cultura y Turismo.
El dictador Miguel Díaz-Canel convoca a la cumbre del G77 en Cuba. (TW/@EmbaCubaArg)
Si bien todavía no hay confirmaciones oficiales sobre qué mandatarios asistirán a la cita en la capital cubana, se espera que participen altos representantes de dictaduras y regímenes autoritarios aliados de La Habana. Entre ellos se destacan Xi Jinping (China), Nicolás Maduro (Venezuela), Ebrahim Raisi (Irán) y Daniel Ortega (Nicaragua). Incluso, entre los 134 integrantes está el régimen de Corea del Norte. Pero el dictador Kim Jong-un no suele acudir a este tipo de evento y foros internacionales.
Todos regímenes acusados de las más brutales violaciones a los derechos humanos que utilizan este tipo de citas y cumbres internacionales para buscar un halo de legitimidad. Como el caso del dictador Maduro, sobre quien pesa actualmente una investigación de la Corte Penal Internacional (CPI). O el nicaragüense Ortega, que desde las protestas de 2018 recrudeció la persecución contra la oposición, y en los últimos tiempos emprendió un claro acoso contra la Iglesia local. Asimismo, desterró a cientos de presos políticos, y le quitó la ciudadanía a otros tantos políticos y personalidades de la cultura en el exilio.
El régimen chino, por su parte, también está acusado por la ONU de graves violaciones a los derechos humanos contra la minoría uigur en la región de Xinjian. Diversos informes dan cuentas de torturas, malos tratos, trabajos forzosos y desapariciones forzadas. Lejos de buscar un desarrollo del “Sur-Sur”, Xi Jinping aprovecha estos foros para acercar posiciones con países no desarrollados de América Latina y África para así aprovecharse de sus necesidades e incrementar su influencia en esas regiones.
Todos regímenes, además, que en la actualidad respaldan a Vladimir Putin en su invasión a Ucrania y justifican las atrocidades cometidas por las tropas rusas contra la población civil.
También se espera la participación de presidentes afines a la dictadura castrista, como Alberto Fernández (Argentina), Lula da Silva (Brasil), Luis Arce (Bolivia), y Gustavo Petro (Colombia), quienes en lugar de cuestionar estas prácticas que violan lo establecido en la Carta de Naciones Unidas, prefieren respaldar a esa clase de regímenes por cuestiones de intereses y afinidad ideológica o, en todo caso, evitar denunciar las atrocidades cometidas por ellos.
Por eso, este rol protagónico que asumió Cuba en enero de este año en un grupo de la ONU genera fuertes críticas y controversias, al tratarse de una dictadura acusada de sistemáticas violaciones a los derechos y que en los últimos años, tras las históricas protestas del 11 de julio de 2021, recrudeció la represión contra la población y la disidencia de la isla.
El diplomático venezolano Diego Arria, quien fue Representante Permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas (1991-1993), criticó en diálogo con Infobae la designación de Cuba para la presidencia del Grupo: “Escogieron un momento de recrudecimiento, de hostigación, de aumento de presos políticos. Nada menos que la comunidad internacional, representada por estos países, se está solidarizando con la causa de un régimen tiránico como el de Cuba, que va en contra de los principios de la Carta de Naciones Unidas”.
“Países como Palestina han presidido el Grupo. No es nada extraño que un país como Cuba, que se maneja siempre con mucha inteligencia en ONU, lo presida. Es una señal de qué significa el G77 para el mundo, cuando una de las tiranías más antiguas del mundo preside un grupo que invoca la solidaridad internacional”, agregó.
En esa línea, el politólogo boliviano Hugo Acha consideró una “contradicción” que el sistema de Naciones Unidas permita que un régimen como el cubano presida un grupo que forma parte del organismo internacional, y que supuestamente “tiene como objetivo una influencia positiva de los países en desarrollo”.
“En esa contradicción seguimos permitiendo que se generen condiciones propicias para esos regímenes (…) No se le cobra ninguna responsabilidad, ninguna cuenta, se lo sigue tratando como un actor normal de la comunidad internacional, y a larga termina perjudicando al resto de los países”, añadió.
Acha valoró que semanas atrás la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE) aprobara por unanimidad la resolución 2506 que, entre otras cosas, “establece que Cuba es una dictadura, que es un aliado estratégico de la agresión rusa a Ucrania, y que solicita la no ratificación del Acuerdo de Cooperación y Diálogo Político de la Unión Europea con el gobierno cubano”.
“Si miras los informes del relator de la ONU sobre trabajos forzosos, hoy en día Cuba es un país que viola todo el marco jurídico. Es un absurdo que sigamos dándole plataformas y herramientas para continuar esta situación”, apuntó.
Mientras las autoridades del régimen culminan los detalles para recibir a las delegaciones internacionales el próximo mes, la ONG Prisoners Defenders denunció esta semana que actualmente en la isla hay 1.047 presos políticos y todos son torturados: “La mayoría de estos 1.047 prisioneros políticos en Cuba son personas de núcleos familiares civiles no afiliadas ni militantes políticas en grado alguno. Y tal y como como demostramos con nuestro Primer Estudio Integral de la Tortura en Cuba, por medio de la monitorización de 181 casos, entre los que 168 se tomaron aleatoriamente, en Cuba todos los prisioneros de conciencia y/o políticos son torturados inmisericordemente, cada día, pero igualmente lo son sus familias por defender su inocencia o por denunciar la situación inhumana que viven sus familiares en prisión”.
Esta misma semana, la dictadura citó a declarar a una niña de 3 años, hija de Idael Naranjo, quien fue condenado a 10 años de prisión por su participación en la histórica movilización del 11 de julio de 2021, cuando miles de cubanos reclamaron libertad en diferentes ciudades de la isla.
Qué es el G77 + China
El Grupo de los 77 es la mayor organización intergubernamental de países en desarrollo en la Organización de Naciones Unidas (ONU), que agrupa a la mayoría de las naciones en vías de desarrollo del hemisferio sur.
Fue creado el 15 de junio de 1964 tras la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés). El objetivo era promover los intereses económicos colectivos de esos países que formaban parte del Movimiento de Países No Alineados, el foro que reunía a las naciones en desarrollo que no se alineaban ni a Estados Unidos ni a la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría.
Desde sus inicios estuvo conformado por 77 países de América Latina y el Caribe, África y el sur de Asia, pero con el correr de los años el Grupo fue adhiriendo otras naciones hasta las 134 de la actualidad, luego de que en la 69ª Asamblea General de la ONU se anunciara la incorporación de Sudán del Sur al bloque. Sin embargo, la organización conserva su nombre original por cuestiones históricas.
Pero desde 1992 en varias ocasiones a ese nombre se le sumó el “+ China”, luego de que el gigante asiático se sumara como colaborador pero no como miembro formal. El régimen de Beijing participa de las cumbres y de encuentros ministeriales, y colabora de forma externa.
A día de hoy, los integrantes del Grupo representan dos tercios de los miembros de la ONU y el 80% de la población mundial.
La presidencia es la máxima instancia política del Grupo y tiene una duración de un año. Esta es la primera vez que la dictadura cubana ostenta ese cargo.
Además de la cumbre de septiembre, todos los años se lleva a cabo una reunión de ministros en Nueva York, en la sede de la ONU.
En cada encuentro se realizan declaraciones conjuntas, y los representantes de los países trabajan en programas de cooperación en diversos sectores como comercio, industria, alimentación, agricultura, energía, finanzas y cultura.
Sin embargo, muchos de los acuerdos alcanzados terminan siendo más simbólicos que medidas concretas. Es que más allá de haberse mantenido unidos durante más de cinco décadas, la disparidad del tamaño e intereses económicos entre los países miembros reviste un problema importante. Asimismo, otro factor que atenta contra el desarrollo “Sur-Sur” es el hecho de que varias naciones del G77 también forman parte del G20, foro que fomenta la cooperación entre las economías desarrolladas y las emergentes.
Respecto al funcionamiento del Grupo, Arria explicó que cuestiones como los procesos de elecciones y designaciones para cargos “tienen más trascendencia e importancia que en lo que se traduce en sus actos”. Según indicó, puertas afuera del Grupo los países “operan en base a sus propios intereses, no hay una acción unificada”.
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