A la hora de definir el espectro político, las etiquetas se desdibujan y los viejos conceptos de derecha e izquierda ya no parecen encajar en la realidad. “Estos no son solo conceptos sobre posiciones políticas, sino que siempre han sido al mismo tiempo términos de combate”, explica en entrevista con DW el politólogo Wolfgang Kraushaar, de la Fundación Hamburguesa para la promoción de la Ciencia y la Cultura. Y esa lucha política se ha librado con las banderas de la derecha y la izquierda desde los albores de la revolución francesa. El origen se remite a un hecho casi anecdótico: cuando se constituyó la primera Asamblea francesa y hubo que decidir qué poderes mantendría el rey, para poner orden en el barullo, los partidarios de que el monarca tuviera derecho a veto ubicaron sus sillas a la derecha. Los contrarios, a la izquierda. Y esa dicotomía se ha mantenido a lo largo del tiempo.
Las dicotomías de hoy
Pero ¿qué es ser hoy de izquierda? ¿O de derecha? “Cuando se quiere definir a un partido u organización política como de izquierda o derecha, siempre hay que partir del contexto político. Esto está sujeto a grandes cambios”, puntualiza Kraushaar.
No obstante, Javier Duque Daza, politólogo, profesor de la Universidad del Valle, de Colombia, piensa que la distinción sigue teniendo validez, aunque aboga por agregar los conceptos de centroizquierda y centroderecha al análisis. Consultado por DW, apunta los principales elementos diferenciadores: “El primero es la posición del Estado frente a la economía. La izquierda se asocia con la intervención del Estado. La derecha, por su parte, reduce el papel del Estado”.
Ahonda en que, para la derecha, “las libertades individuales deben primar sobre los intereses colectivos. Las izquierdas asumen que el individuo es libre, por supuesto, pero hay unos intereses colectivos que pueden condicionar y limitar esas libertades”. Es decir, ponen más el foco en la justicia social y la igualdad de derechos. También han surgido nuevos temas que marcan diferencias: por ejemplo, el del medio ambiente. Figuras como Donald Trump y Jair Bolsonaro son negacionistas del cambio climático. “Piensan que esa es una exageración de la Academia, de la ciencia y de los ecologismos”, señala Duque, mientras que “la izquierda asume en su plenitud la tesis del deterioro ambiental y procura por acuerdos internacionales y defensa del medio ambiente en contra de las economías extractivistas”.
¿Es Putin izquierdista?
Pero, a veces, los elementos se entremezclan y el cuadro no es tan nítido. La dificultad de catalogar ideológicamente a una figura puede inducir a errores. Un ejemplo es el del presidente ruso, Vladimir Putin, a quien algunos aún tildan de izquierdista. Kraushaar lo considera del todo “insensato”. Afirma que “Putin tiene tanto que ver con la izquierda como Francisco Francoen el pasado. Es una insensatez que tal vez tenga que ver con que alguna gente cree poder retrotraerse a la época de la Guerra Fría, en que se creía que la izquierda estaba representada por Estados socialistas que se orientaban por la Unión Soviética”.
Andrés Rosler, profesor de filosofía del derecho de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet, coincide en que Putin “de izquierda no tiene nada”. Indica a DW que “tiene los mismos aliados que la anterior izquierda, o los mismos enemigos que la izquierda soviética, y por eso da la impresión de que es de izquierda. Pero eso se debe a cuestiones geopolíticas”.
Significados cambiantes
Para Alejandro Moreno, profesor de ciencias políticas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), los conceptos de derecha e izquierda “son adaptables a significados cambiantes y, por otro lado, lo realmente relevante es el uso que le dan los políticos, los partidos, para tratar de ubicarse a ellos mismos en la competencia”.
A nivel global, considera que Putin y Rusia son buenos ejemplos de la adaptabilidad de los términos y del significado que tienen a nivel local. “En los años 90, cuando hubo competencia electoral en Rusia, la izquierda se identificaba justamente con lo contrario de lo que entendemos en el mundo occidental; estaba a favor de las reformas de mercado, de la democratización, mientras que el electorado de derecha ruso era aquel que estaba a favor de la continuación del statu quo soviético y del regreso del Partido Comunista”, dice a DW.
Ese fenómeno del cambio de significados también se observa en América Latina. Moreno hace notar, por ejemplo, que en México, en la década de 1990, “izquierda era el cambio a favor de la democracia, y derecha era la continuación del PRI. Hoy en día, izquierda y derecha están más relacionadas en México con estar a favor o en contra del proyecto de la Cuarta Transformación del presidente López Obrador”.
El caso de Milei
Otra figura difícil de definir es Javier Milei, el candidato que obtuvo más votación en las primarias argentinas (Paso) y que se autodesigna un “anarco-capitalista”. Rosler lo describe como un “revolucionario” y un anarquista “porque no cree en el Estado. Quiere eliminarlo”. Aclara, eso sí, que “la revolución puede ser de izquierda o de derecha, si entendemos por revolución un cambio radical”.
Con Milei entra también en la arena el término de “libertario”, entendido como una ideología ultraliberal. Moreno advierte que esto “nos obliga a diferenciar liberal de libertario, en el sentido de minimización del Estado y maximización de la importancia del individuo, de los derechos individuales; en ese sentido rompe con el liberalismo clásico”. El académico mexicano cree que “las opciones libertarias hoy se están ubicando del lado derecho del espectro, a diferencia de las populistas, que se pueden encontrar prácticamente en la izquierda y en la derecha”.
Las tendencias conservadoras y progresistas tampoco son patrimonio exclusivo de la derecha o la izquierda, al menos no en su estado puro. Y habría que agregar al amplio abanico de etiquetas que se utilizan, a veces con ligereza, otros términos como el de fascista. Moreno cree que “es parte de la irresponsabilidad discursiva” que vemos hoy en día. “Hay quienes recurren al fascismo como una manera de desacreditar al oponente, pero me parece que con ese término hay que tener mucho cuidado”.
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