- Edison Veiga
- Desde Eslovenia para BBC News Brasil
Lanzado en 1951 por el escritor griego Níkos Kazantzákis (1883-1957), el libro “La última tentación de Cristo” trae a un Jesús que se casa con María Magdalena. Treinta y siete años después, la controvertida obra se convirtió en una película del mismo nombre, dirigida por el estadounidense Martin Scorsese.
En el siglo XXI, otro bestseller convertido en blockbuster trajo también la idea de una pareja formada por ambos: “El código Da Vinci”, novela del estadounidense Dan Brown, de 2003, adaptada al cine en 2006.
Si en el imaginario y en la cultura popular es recurrente presentar a los dos personajes bíblicos como una pareja romántica, ¿tiene algún sentido, basado en investigaciones de documentos cristianos antiguos?
Si nos limitamos a los llamados libros canónicos, es decir, los relatos que forman la Biblia reconocidos por las religiones cristianas, no hay fundamento.
Más que eso: aquellos que siguen el cristianismo tienden a despreciar tales teorías, condenándolos no sólo al demérito sino también al pecado.
Pero investigaciones basadas en los llamados “evangelios apócrifos”, textos tan antiguos como los que componen el Nuevo Testamento pero que terminaron siendo relegados por la Iglesia católica, han encontrado evidencias de una relación amorosa entre Jesús y María Magdalena.
La “discípula predilecta”
Para los expertos contemporáneos, sin embargo, aunque no existe un consenso, es necesario tener cuidado al interpretar los escritos.
“La mayoría de los apócrifos que hacen referencia a este ‘caso’, nunca mencionan a Magdalena, de hecho, como ‘esposa de Jesús’“, pondera la vaticanista Mirticeli Medeiros, investigadora de historia del catolicismo en la la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
“Se dice sobre todo que fue discípula predilecta de Jesús y una gran ‘compañera’, palabra que, si no se tiene cuidado con el anacronismo, puede generar innumerables interpretaciones”.
Para la investigadora Wilma Steagall De Tommaso, doctora en ciencias religiosas y autora del libro “Mary Magdalene: History, Tradition and Legends” (Paulus Editora), no hay nada históricamente que pueda validar estas teorías de la relación de amor entre Magdalena y Jesús.
“Los hechos que respaldan esta hipótesis no se sustentan“, sentencia.
“Ni siquiera los textos apócrifos gnósticos comentan esta relación. La mayoría habla de la relación de María Magdalena con Jesús ya resucitado”, agrega De Tommaso, coordinadora de un grupo de investigación de la PUC-SP, investigadora de la Sociedad Brasileña de Teología y Ciencias Religiosas y miembro de la Sociedad Latinoamericana de Literatura Asociación y Teología.
Esta es también la opinión del historiador y escritor estadounidense radicado en Inglaterra Michael Haag, autor del libro “Mary Magdalene: From the Bible to the Da Vinci Code: Companion of Jesus, Goddess, Prostitute, Feminist Icon“.
En el trabajo, Haag defiende la tesis de que Magdalena fue muy cercana e íntima con Jesús, pero solo desde un punto de vista espiritual.
La gran incógnita
El misterio comienza con la identidad de Magdalena, una mujer de la que poco se sabe. Se cree que recibió ese nombre porque se originó en Magdala, una ciudad en la costa del Mar de Galilea (hoy norte de Israel).
“Es una de las mujeres más desconocidas de la Biblia”, comenta el hagiólogo Thiago Maerki, estudioso del cristianismo antiguo y miembro de la Hagiography Society de Estados Unidos.
“Por un lado, es una santa, aquella que se convirtió. Por otro lado, es una prostituta, que luego se convierte en la amante o esposa de Jesús”.
“La María Magdalena histórica proviene de una tradición constituida oralmente después de la muerte de Jesús”, destaca el historiador André Leonardo Chevitarese, profesor del Instituto de Historia de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y autor del libro “Jesús de Nazaret: lo que la historia tiene que decir sobre él”, entre otros.
“Esta oralidad se organizaba en torno a memorias recordadas y memorias absolutamente inventadas sobre Jesús. Estas tradiciones se produjeron en gran medida en el período entre la muerte de Jesús y los primeros escritos sobre él”.
Chevitarese señala que a Magdalena se la menciona en dos de los escritos más antiguos del cristianismo: el apócrifo “Evangelio de las señales”, posiblemente de finales de la década de 60 del siglo I; y el canónico “Evangelio de Marcos”, de la década siguiente.
Entre los textos canónicos, se la menciona por su nombre 17 veces, siempre en los evangelios. En los siguientes libros, que comienzan a contar la vida de los primeros cristianos y sus mensajes al mundo de la época, María Magdalena es una figura olvidada -o borrada-.
Sus apariciones son importantes, lo que indica que habría sido una seguidora muy cercana de Jesús.
Si bien primero se la describe como una mujer de la que el poderoso hijo de Dios expulsó “siete demonios” —pasaje que dio origen al mito de que María Magdalena habría sido prostituta—, después aparece en momentos cruciales.
Habría sido una de las testigos de la crucifixión y quien, según el evangelista Marcos, vio dónde estaba enterrado el cuerpo de Jesús y, por tanto, acabó siendo quien encontró el sepulcro abierto en el episodio que se conoció como la resurrección de Cristo.
La legendaria
En el espacio creativo de las leyendas, hay una historia curiosa que algunos creen: el primer milagro realizado por Jesús, según la Biblia, fue convertir el agua en vino en una fiesta de bodas.
Los textos sagrados, sin embargo, no mencionan los nombres de los novios. Según esa creencia, la pareja habría sido María Magdalena y Juan Evangelista.
En la anécdota popular, el milagro no fue una bendición para la pareja, sino el final relámpago de su matrimonio, porque Juan, al presenciar la transformación, abandonó a su nueva esposa para unirse al proyecto mesiánico liderado por Jesús.
Maria Madalena, abandonada por su marido, acabaría haciendo de la prostitución su medio de vida. Y sólo se salvaría mucho más tarde, cuando fuera rescatada por el mismo Jesús y se convirtiera también en seguidora.
La oficial
En lo que respecta a los evangelios oficiales, los indicios de una relación de amor entre los dos son pocos y distantes entre sí.
Maerki cita dos pasajes.
En el “Evangelio de Juan”, en el relato que sigue a la muerte y sepultura de Jesús, está el episodio en el que se aparece a María Magdalena mientras llora ante el sepulcro vacío.
“Y él le pregunta: ‘Mujer, ¿por qué lloras?’“, narra el hagiólogo.
“Según se informa, la palabra griega para mujer que aparece en el texto original puede referirse a la idea de ‘mi esposa’. Eso terminó apoyando la interpretación de que eran una pareja”.
La otra pista también sería lo que sucedió poco después de la muerte de Jesús.
María Magdalena se presenta, en los textos sagrados, como a quien se le encomendó cuidar el sepulcro, por eso fue la primera en encontrarlo vacío.
“Después de que Jesús fue sepultado, la tradición bíblica dice que le correspondía a María Magdalena limpiar, cuidar el cadáver. Ahora, Jesús fue llamado rabino [jefe religioso de una comunidad judía]. Los rabinos se casan”, reflexiona Maerki.
“Y sería impensable que una mujer tocara el cuerpo de un muerto, para prepararlo, si no fuera por alguien de la familia, si ella no fuera su esposa“.
Maerki afirma que esto lleva a “muchos historiadores” a defender este punto de vista.
Y si María Magdalena no es mencionada por los libros que en la Biblia se organizan después de los evangelios, una de las epístolas de Pablo trae, para el historiador Chevitarese, una clave para interpretar su grandeza.
“En la primera carta a los Corintios, documento comúnmente fechado en los años 50 del siglo I [cronológicamente anterior, por lo tanto, a los primeros documentos escritos que mencionan a María Magdalena por su nombre], Pablo pregunta [retóricamente] si él no es también apóstol porque ha visto a Cristo resucitado”, explica el historiador.
“Ahora, cuando vamos al ‘Evangelio de Juan’, María Magdalena es la única persona que ve a Jesús resucitado, en ese pasaje donde cree estar hablando con un jardinero que cuida el jardín donde había sido sepultado y ese hombre se revela Jesús”, añade.
Beso en la boca
En los textos considerados apócrifos, las teorías van más allá.
Chevitarese recuerda el ‘Evangelio de Felipe’, fragmentos encontrados en 1945 junto con muchos otros documentos preciosos en Nag Hammadi, Egipto.
El texto probablemente fue escrito ya en el siglo II. Y es que, como recuerda el profesor, aunque se descubrió hace menos de cien años, ya se sabía de su existencia. Hay citas de este evangelio de autores griegos que datan de hace 1.800 años.
“Él dice que Jesús y María Magdalena se besaron en la boca.
“Este solo dato ya condiciona [bajo la mirada actual] el elemento erótico”, explica Chevitarese.
“Sin embargo, cuando leemos el ‘Evangelio de Felipe’ en su totalidad y lo ubicamos dentro de este ambiente cristiano gnóstico [corriente cristiana declarada herética por Ireneo de Lyon en 180 d.C.], observamos la lectura que estos muchachos tenían sobre el mundo físico, del mundo material, de lo que construimos”, dice el historiador.
“Y no hay nada erótico allí. Para ellos, besarse en la boca significaba transmitir conocimientos de un ser puro a otro ser puro“.
Maerki también hace esta advertencia: es necesario analizar lo descrito según el contexto de la época, para no caer en el anacronismo.
“Algunos dicen que Jesús besó a María Magdalena en la boca y eso sería una señal de la relación entre los dos.
“Es una idiotez, porque besar en la boca en la época de Jesús no tenía la misma connotación que tiene para nosotros hoy. Para los gnósticos era una forma de transmitir sabiduría, sin connotaciones amorosas ni sexuales”, explica.
La compañera de jesus
El “Evangelio de Felipe” también presenta a María Magdalena como “compañera” de Jesús, utilizando la palabra griega koinônos —cuyo significado no se restringía necesariamente, en el pasado, a la idea conyugal.
“[En el texto] se la describe como la compañera de Jesús, como alguien a quien amaba más que a los otros discípulos, y eso es muy significativo”, dice Maerki.
Pero quizás el escrito antiguo más mordaz sobre esta relación amorosa es “La historia eclesiástica de Zacharias Rhetor”, un manuscrito que posiblemente data del siglo VI, escrito en siríaco, dialecto del arameo.
El periodista israelí-canadiense Simcha Jacobovici y el historiador canadiense Barrie Wilson, profesor de ciencias religiosas en la Universidad de York en Canadá, analizaron el material y concluyeron que es una versión de un texto escrito originalmente en griego en una era anterior, quizás entre los siglos I y II.
En 2014, el dúo publicó el libro “The Lost Gospel: Decoding the Ancient Text that Reveals Jesus’ Marriage to Mary the Magdalene“.
En la obra explican que dicho antiguo manuscrito trae la desconocida historia de la juventud de Jesús, en sus 20 años, sus conexiones con figuras políticas del Imperio Romano y, principalmente, la relación con María Magdalena, con quien se habría casado y tenido dos hijos.
“Es un trabajo de recuperación de esta tradición un tanto legendaria, pero que encuentra apoyo en algunos documentos del cristianismo primitivo”, dice Maerki.
En 2012, salió a la luz por primera vez un fragmento de un texto con las palabras “Jesús les dijo: ‘mi esposa…“.
Pero lo más probable es que sea una falsificación.
El documento, en copto (lengua surgida en Egipto en el siglo III d.C.), sería una traducción del siglo XIV de un texto escrito en el siglo II, originalmente en griego. Y fue presentado por investigadores de la Universidad de Harvard, en EE.UU.
Llegó a ser conocido como ‘Evangelio de la Mujer de Jesús’.
La revelación causó polémica, pero debido a las similitudes con textos de la misma época ya conocidos, varios investigadores comenzaron a plantear dudas sobre su legitimidad.
“Por eso, muchos historiadores prefieren considerarlo poco digno de atención“, evalúa Medeiros.
Incluso entre los investigadores involucrados existe un consenso de que el material, confirmado por datación por radiocarbono como originario del período medieval, fue una falsificación probablemente realizada con técnicas modernas en un fragmento de papiro de la Edad Media.
Suposiciones
A pesar de tantas posibilidades de interpretación, Chevitarese no cree que Jesús y Madalena tuvieran una relación amorosa.
“Yo diría que hay argumentos para refutar esto, aunque la gente a veces se enoja un poco conmigo”, comenta el historiador.
“Cuando observo sincrónicamente la figura de Jesús en la documentación me doy cuenta de que no es el único judío célibe de la primera mitad del siglo I… Y el retrato que presentan los evangelistas es de un Jesús que vivió exclusivamente su ministerio, y eso me parece perfecto y legítimo, no tuvo ninguna implicación amorosa”.
Chevitarese afirma que los textos antiguos nos permiten entender que Jesús “optó por el tipo de vida que llevó”, una vida de “oposición violenta al imperio romano y las élites judías en connivencia con ese imperio”.
“Era el ‘chivo marcado para la muerte’ y, por eso, su celibato era mucho más una circunstancia que un principio”, dice.
“Nunca consideró casarse. En cierto modo, creo que la decisión se debió más al estilo de vida que adoptó, a las andanzas, a un tipo que no puede parar porque la policía siempre está detrás de él“.
Para Medeiros, “dados los documentos a los que tenemos acceso” no es posible creer científicamente que Jesús y María Magdalena fueran pareja.
“La mayoría de los historiadores del cristianismo, al menos por ahora, descartan esta hipótesis”, señala.
“No era muy común, de hecho, que un maestro, pensando en la sociedad judía de la época, fuera soltero, o célibe, como decimos en el lenguaje religioso”, continúa el investigador.
“Sin embargo, en la época de Jesús, los roles en la sociedad judía estaban pasando por una fase de transformación.
“Incluso dos contemporáneos de Jesús, dedicados a la enseñanza, eran célibes: Juan el Bautista, su primo, y Pablo de Tarso. Pablo incluso escribe en sus cartas sobre el celibato a favor de servir al reino de los cielos”.
“Para muchos cristianos primitivos, la vida matrimonial era una realidad. Muchos estaban casados, como Pedro. Pero fue una elección personal en ese momento“, agrega Maerki.
El hagiólogo comenta, sin embargo, que ser célibe o no “era una elección personal en la época del cristianismo primitivo”. Y asumir o no que Jesús y la Magdalena vivieron como pareja también sería una visión personal.
“Es un hecho que, más allá de todas estas leyendas y dudas, María Magdalena ocupó un lugar destacado entre los seguidores de Jesús“, destaca.
“Y es muy curioso pensar que hoy la Iglesia tiene sus puestos destacados ocupados exclusivamente por hombres, asumiendo siempre las mujeres funciones subordinadas.
“Esto a pesar de que existe un consenso entre los especialistas en que la mujer jugó un papel importante y destacado en el cristianismo primitivo”.
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